jueves, 14 de abril de 2011

Democracia...

Han sacralizado el nombre de DEMOCRACIA. No su concepto, sino su nombre. En su nombre se acepta cualquier barbaridad, porque oponerse es ser un dictador, un facha impenitente y un nacionalista español, que en estos barrios, que viene a ser lo mismo.

Y en su nombre, roban estafan, mienten, y justifican cualquier acción, por impresentable que ésta sea: desde la guerra de Libia, a las consultas sobre la independencia.

Y los porcentajes cantan. Matan a tantos civiles como Gadafi defendiendo la democracia, y aquí se da pábulo a lo que ni en sueños llega al 20% de la población, y menos si se tiene en cuenta que aquí votan sin tener derecho a ello, por nacionalidad o por edad, y niegan su derecho a votar a aquellos que si lo tienen, ya que la soberanía nacional es de todos los españoles.

DEMOCRACIA, que el pueblo hable. Y no hay nada más manipulable, y si no vean a los del “NO A LA GUERRA”, será a según qué guerras, claro. Las que ellos inician no cuentan, porque que yo sepa Gadafi no ha invadido a nadie todavía.

Que el pueblo habla, y si nos conviene le hacemos caso, y si no como si nada…De nada sirven las manifestaciones en las que les gritamos a la cara que no queremos que negocien con ETA, que no queremos que maten bebes en el vientre de su madre, que no queremos más asesinos en las calles, ni que dejen libres, sin control a pederastas y violadores. Por lo visto nosotros no participamos de la sacralidad de la Democracia. Nuestra palabra no pertenece al pueblo, dueño de su futuro y de sus sueldos. Sólo escuchan a los que gritan “Suelta a Barrabás”, porque son de los suyos.

Lo lamento. Por encima de la Democracia, está la vida, el honor, la justicia, y tantas otras virtudes que en este régimen no tiene cabida, porque los que nos dirigen no las tienen por norte, sino que hacen lo posible por disfrazarlas, para que no se conozcan.

Es nuestra labor de padres, abuelos, hermanos, amigos difundirlas. No rendirnos y seguir llamando mentiroso al que miente, asesino al que mata, felón al que traiciona, y cobarde al que huyendo de sus responsabilidades las hace recaer en otros..

Se reían del “por la Gracia de Dios” en las monedas de Franco y ellos se creen con derecho a todo por su prepotencia. Les votaron, son como dioses, pero como todos los ídolos tienen los pies de barro y el alma hueca.