jueves, 31 de diciembre de 2009

Año nuevo...

Acaba el año. ¡Por fin!, diremos la mayoría, con la sensación de desprendernos de una pesada mochila, pero con la vista puesta en la cumbre que aún nos queda por escalar y que nos augura un nuevo año difícil. Es momento de hacer “balance” (hay que ver cómo se introducen los conceptos económicos en nuestra vida cotidiana). Ayer, escuchamos a nuestro Presidente reconocer que “no vió la crisis”, y se quedó tan campante. Todo el mundo se lo dijo, pero consideró antipatriotas a aquellos que sabían reconocer una realidad que él no vió. Y el problema es que era su obligación y la de sus asesores (que no le faltan) escuchar a aquellos que le decían que venía una crisis galopante, identificar los signos que se iban produciendo, comprobar la veracidad, pero no, aquello no entraba en sus planes y le haría perder votos y por lo tanto negó la evidencia con una desfachatez o ingenuidad dolosa. Ha tardado muchos meses en reconocer su error. No me gustaría estar en su pellejo, cuando una vez deje el poder analice, si es capaz de ello, la España que encontró y la que inevitablemente nos dejará. La siembra de discordia, la desmembración continua del Estado la pérdida de valores que nos identifican como Nación, millones de españoles en paro y la miseria económica.
Otro de los sobresaltos de estos días han sido las declaraciones del Ministro de Interior, que parece que le esté dando ideas a ETA para remontar su falta de presencia en los periódicos. Será para que entre las preocupaciones de los españoles el paro o los políticos bajen algún puesto en el ranking. Pero lo que más me ha impactado es comprobar cómo los españoles (periodistas o no) concedemos más credibilidad a las Actas de ETA, que a nuestro Ministro o Gobierno. Y razones no nos faltan. Nos han mentido tanto que aquello de que “España no se merece un Gobierno que nos mienta” (Rubalcaba dixit) quedará en los anales de la Historia como un hito en la falta de pudor o escrúpulo político.
Y es que no tienen conciencia.
Poco podremos hacer el año que viene con este Gobierno. Sobrevivir a él, seguir soportando continuas humillaciones y esperar que el tren europeo tire de nosotros y no nos deje varados en alguna estación.
La oposición (¿?) tampoco es como para tirar cohetes. ¿Dónde está Pizarro? Cuando debería salir todos los días en la prensa informando, explicando esas medidas que se supone pondrán en práctica si consiguen el Gobierno. ¿Dónde está en su análisis la aprobación de la Ley del Aborto como uno de los males principales de este año? Dónde su propuesta de creación de empleo. No nos llega esta información que parecen ocultar, como niños, para que no les copien.
Y es que el problema es de todos. Debemos salir todos, aportar todos, demostrar todos que estamos dispuestos a arremangarnos, pero esto no está en el ideario ni en la estrategia de ningún partido político. Y así nos van las cosas.
Recurrimos a nuestro entorno más próximo, palpándonos y repitiendo “Virgencita, que me quede como estoy”.
Hoy tomaremos las uvas (que fue una medida para salvar la producción) que dicen que nos darán suerte, y llenaremos las calles de confetti, que como nieve de papel parece querer augurarnos un año de bienes, y brindaremos con cava, nos felicitaremos y nos abrazaremos, para olvidar, por unos instantes, que mañana será otro día.
Feliz año a todos!

martes, 29 de diciembre de 2009

Hablar de Dios

Cuando los sacerdotes dejan de hablar de Dios, se vacían las iglesias. Los feligreses emigran hartos de tanto gemido nacionalista, de tanto mirarse el ombligo, de tanta política, para eso siempre es más ameno un mitin con globos y banderitas. Pero eso no significa que no busquen espacios de espiritualidad en otros lares. Por eso hemos visto, los de mi generación, como salían gurús de debajo de las piedras, magos y hechiceras de cualquier pelaje, que bajo un manto esotérico daban consejos para mejorar la vida de cualquier infeliz. Otros se han acercado a cualquier forma de espiritualidad, por extraña a nuestra civilización, que fuera. El zen, la meditación de corte hindú, los budistas, la deificación de la naturaleza de los indios primitivos, la santería.. incluso el Feng shui (ya se sabe, la armonía, la orientación de las habitaciones y muebles), el minimalismo como distribución del vacío han pasado a formar parte de conversaciones cotidianas.
Y es que el hombre tiende a buscar a Dios, aún sin creer en El. Deifica cualquier nimiedad con tal de aferrarse al Ser Supremo, y simboliza su poder en piedras, árboles, montañas, sabios, o poderosos.
Yo no sé si algún día se podrá demostrar racionalmente la existencia de Dios, pero estoy convencida de que el hombre tiene la capacidad de conocerlo y por eso, porque sabe de su existencia, Lo busca.
Cuando los sacerdotes hablan de Dios, las iglesias vuelven a llenarse, porque dejan de ser protagonistas para ser instrumento transmisor del Evangelio y llenan de espiritualidad nuestras vidas, nos hacen mejores, nos dan esperanza, nos ponen en marcha en la dirección correcta y eso nos hace más felices.
Confío que la llegada del Obispo Munilla tenga el mismo efecto que tuvo el obispo de Tarrasa: De pronto, los sacerdotes hablaban de Dios y los seminarios y las iglesias se llenaron de fieles. Esta corriente se va convirtiendo en río, y cada vez oímos llamar por su nombre a los sacerdotes, más cercanos, más implicados en la vida de sus fieles y menos intervencionistas en política y urnas. Todavía hay algunos que no saben callar a tiempo, pero parece que corren nuevos aires y por eso nos felicitamos todos. Ojalá esta sea la tónica del nuevo año.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Tiempo de Navidad

Escuché en la homilía del último Domingo de Adviento unas palabras que quiero compartir con vosotros, porque se me repiten machaconamente estos días, como esas cancioncillas que no sabes porque tienes a toda hora en los labios. “En estos tiempos de crisis y desesperanza, no veo la alegría en vuestros rostros, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar felices y demostrarlo, porque Dios nace en el Portal de Belén y nos regala la Salvación. ¿Qué más queréis?”

Y así, a bote pronto se te ocurren un montón de cosas: trabajo, seguridad, estabilidad, sosiego…pero a poco que vayas enumerando se te queda la boca pequeña y el corazón va creciendo. Porque te das cuenta que llegas al Portal pidiendo, y no dando (vaya una impresentable). Y miras al Niño Dios que levanta la mano, como bendiciéndote y te dan ganas de mirar hacia atrás, porque no puedes creer que tú seas el destinatario de esa mirada que te acaricia. Y notas que te inunda una paz que hacía tiempo no sentías, desaparece la dureza en la mirada y en el corazón, y el Niño Dios sonríe.

Dios mío, y yo que te traigo. ¿Qué hay de valor en mí para ofrecerte? Tras mucho pensar sólo se me ocurrió el dolor que siento por los que sufren, por cada aborto, por cada blasfemia, la angustia por ver que nuestra sociedad se aleja cada vez más de Dios, y vino a mi memoria el Sermón de la Montaña, y comprobé, una vez más, que cada vez que me acerco al Portal vuelvo cargada de regalos y sonriendo.

Que la Navidad nos haga más fuertes y más conscientes de lo que significa “Amarnos como Dios no ha amado” y seamos menos lloricas, agradezcamos que Dios nos permita creer que hacemos algo por merecerle, porque es muy poco lo que damos y es infinito lo que recibimos.

¿Antitaurinos?

Yo nací en Barcelona, en una familia que no es especialmente taurina. Nadie tenía en casa la suficiente afición para ir habitualmente a las plazas de toros. Es más, yo creo que he ido sólo a una corrida y de rejoneo, las otras veces que he pisado la Monumental o Las Arenas ha sido para espectáculos de circo o una demostración de Guardia Urbana y Guardia Civil de Tráfico. Ello, no obstante, debo reconocer que, aún sin entender nada de toros, me admiro profundamente cuando veo la imagen del torero, generalmente espigado, ante la embestida de un morlaco de 500 Kg. de peso. Tampoco he asistido nunca a los Sanfermines, pero los veo todas las mañanas por televisión durante la semana que duran las fiestas. Me gusta ver el toro de Osborne por las carreteras y cuando he viajado con mis hijos por toda España era todo un entretenimiento para ellos localizarlos y contarlos.

Lo curioso, es que no teniendo ninguna relación con plazas de toros ni aficiones taurinas, mis hijos tienen amigos, de familias barcelonesas de toda la vida, que son verdaderos forofos. Han acudido a las plazas con ellos, e incluso el pequeño tiene un amigo que quiere ser torero y que últimamente hemos visto en la prensa defendiendo su derecho a ser catalán y torero y a torear en la plaza de su ciudad natal.

Todo esto viene al tema de la posible prohibición de las corridas de toros en Barcelona, que no se entiende, cuando mucha de la afición que llena las plazas son catalanes de toda la vida, no como yo que aunque nací aquí tengo mucha familia andaluza y que precisamente confieso no haber ido nunca a una plaza. Por otro lado, mucha de la afición también la forman personas del extrarradio, de esas que componen la masa de sus votantes, de ahí la libertad de voto que el PSC otorgó a sus parlamentarios.

Toda la campaña se justifica por el sufrimiento del animal. Esto, dicho por quién defiende el aborto, o coloca dianas sobre los nombres de concejales del PP, es un sarcasmo, pero además se olvidan de una tradición muy arraigada aquí que es la matanza del cerdo. Yo tampoco he asistido a ninguna, pero me cuentan que los gritos del cochino son para no olvidarlos en la vida, la sangre corre a raudales y se ponen a hacer las butifarras en directo con los mandiles manchados y encantados de la vida. Debe ser muy catalán, pero si hablamos de sufrimiento de los animales habría que ver quién gana.

En el fondo sólo se trata de distinguirnos de España, de ser diferentes. No importa el número de intelectuales catalanes que la apoyan, no importa que sea un negocio privado, y por lo tanto sometido al mercado, ellos lo que quieren es borrar todo lo que suena a español, la lengua e incluso el nombre de un club de futbol centenario. Después supongo se meterán con la sala Tarantos, el flamenco y la rumba, cuando no sea la rumba catalana.

La tradición taurina está en el mito de Europa, en el Laberinto del Minotauro, en Creta,…. y Barcelona pretende ser el centro de la cultura mediterránea….Que vayan aprendiendo, y que nos respeten la libertad de acudir o no a las plazas de toros. Yo prometo desde aquí, que a partir de ahora me plantearé la posibilidad de ir.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Efectos palpables

Pocas enfermedades resultan tan dolorosas e incomprensibles para los familiares como el Altzheimer. Últimamente se han hecho públicos varios casos de personas conocidas que la están sufriendo o ya han fallecido, después de padecerla y prácticamente todos conocemos alguno que, más o menos cercano, nos afecta.

Lo peor no está en olvidar lo que has hecho a lo largo de tu vida (para algunos eso sería la panacea), sino la pérdida de identidad que supone no saber quién eres.

Con el avance de la enfermedad, el pasado remoto se revive con intensidad, mientras lo reciente es una incógnita. No existen problemas, porque no eres capaz de reconocerlos y porque, generalmente, alguien los resuelve por ti. No tienes sueños, ni metas. Y por mucho que se preparen tus familiares, cuando el olvido llega a no reconocer a los que amas, se crea siempre un punto de inflexión. Pierdes gota a gota tu vida, tus recuerdos, tus conocimientos, tus sueños, tus amores, y acabas perdiéndote a ti mismo. Te olvidas de caminar, de comer, de respirar,.. y dejas de ser.

Y esto creo que es lo que le ocurre a España. Porque me resulta imposible reconocerla, y creo que ya no sabe quién es. De nada sirve que algunos recordemos, cuando día a día pierde su identidad, renunciando a lo que la ha conformado a través de los siglos como Nación y a nosotros como pueblo. Puede que no estemos de acuerdo en las causas, pero los efectos están cada día en los diarios.

Algún día la ciencia conseguirá descubrir cómo frenar o curar la enfermedad en las personas, pero en nuestra Nación debemos ser nosotros los terapeutas. No permitamos que España deje de ser, debemos su memoria, su conciencia, hasta que recupere la facultad de reconocerse. La dejadez o el silencio, en este caso, serían traición.

Desde el oasis

Yo vivo en el oasis. No crean que me hace una especial ilusión, más bien acostumbrada al cinismo que nos envuelve, es la resignación combativa la actitud con la que más me identifico. Porque vivir en el oasis, significa que en cuanto te alejas del pesebre, el desierto es duro, inclemente. La piel se te curte necesariamente, y por eso las rojeces que a veces aparecen en tus mejillas se deben a la vergüenza o a la indignación que nos produce la actitud de nuestros jerifaltes.
Ellos hablan por nosotros, pero a nosotros no se nos permite hablar, la discrepancia, en el idioma que sea, es causa de expulsión, de destierro, dejas de ser “uno de los nuestros”. Y yo es que nunca he sido uno de los suyos, gracias a Dios.
Saben, y eso es lo peor, que la mayoría no está con ellos, pero les importa un comino, hablan excátedra y se autoconvencen de que es dogma todo lo que afirman. Sancionan y recriminan cualquier actitud que no esté de acuerdo con la que oficialmente ellos consideran correcta, siempre en nombre del bien general, de la progresía, y tan lejos de la calle que nos resulta a veces irreconocible.
Hablan de la libertad, siempre aplicada al establismen, pero nunca a las personas. Porque no somos diferentes. Los que vivimos aquí tenemos las mismas preocupaciones, sufrimos las mismas enfermedades, soportamos las mismas deudas, nos persiguen los mismos temores... Militantes, hay pocos. Generalmente saltamos por lo mismo que en cualquier otro punto de España: el bolsillo, el paro, la seguridad, el recorte de coberturas de la Seguridad Social, las subidas de impuestos, etc... Después cada uno tendrá sus opiniones sobre la escuela pública o concertada, la lengua en la que se ha de estudiar (aunque todos coincidimos en que el sistema educativo es un desastre), el nivel de intervencionismo del Estado (siempre según conveniencia personal, no lo olvidemos), el valor de los sindicatos, etc... Es decir, como en el resto de España.
En nombre de la libertad, 3 de cada 10 catalanes votó un Estatut, que la mayoría no ha leído y que supone el mayor recorte de libertades imaginable, eso sí también supone una afrenta chulesca a nuestra Carta Magna. Y se atribuyen la condición de expertos en constitucionalismo (si no es constitucional, que cambien la Constitución) con la misma indignidad que ocultan sus chanchullos compartidos, comprendidos o justificados. Tienen la razón siempre (no importa el argumento que esgriman) y sobre todo hablan en nombre de un pueblo que parecen desconocer y al que utilizan siempre de escudo.
Mientras, en el oasis, vivimos asfixiados y en eterna contradicción, tenemos la libertad de irnos, ya que somos molestos, pero algo nos impide renunciar a esta tierra que es nuestra.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Crimen

Hay cosas que es increíble que se discutan, y por eso me niego a darles “cuartelillo”. Que el aborto es un crimen, lo saben hasta las piedras. Todas las mujeres que han parido lo saben, como el mejor y más cualificado de los expertos. También saben que lo que llevaban en su vientre era un ser humano y no un saco de coles. Que la depresión post-parto existe, hayas parido a los nueve meses o a los cuatro (efectos hormonales), pero que lo que no existe es la culpa, si el embarazo llega a término o si el aborto ha sido natural. No conozco a nadie que tenga dichos sentimientos, tan destructivos y prolongados en el tiempo, si ha matado a un gato. Lo demás: eufemismos, vanas justificaciones y semántica, aquí no se interrumpe nada, se acaba definitivamente con la vida del niño.
Que la Iglesia tiene, no el derecho sino el deber de orientar a sus fieles es incontestable. Que a los católicos se les plantea una división entre lo que siendo legal es pecado, es obvio, pero no es la Iglesia la que ha cambiado de postura, sino la Ley. Que el que está en pecado mortal no puede comulgar ya lo estudiamos en el Catecismo. Y no me vale que algunos católicos de boquilla hablen del César y de Dios, o de que la Ley permite pero no obliga, porque tenían la libertad de elegir el bien, de negarse a ser cómplices de la matanza de inocentes y no lo han hecho.
Así que no pretendan vendernos globos de colores, victimismos, y demás sandeces, cuando lo que está en juego es el derecho a la vida del no nacido. Aquí no hay mal menor cuando se le otorga el derecho a las mujeres de matar y a los médicos de ser coautores de un crimen, con beneficio económico incorporado.
Dicen que el tabaco mata, que a la sanidad le cuesta mucho dinero la atención a los fumadores, ¿Y esas mujeres que deciden abortar, asesoradas por los “Centros de Planificación Familiar” (que sarcasmo), y que luego deben ser tratadas psicológicamente para que se “perdonen” haber matado a su hijo, salen gratis? ¿O es que es más barato matarlos para que no crezcan y gasten más?
Hablan de niños no deseados, y es falso, hay miles de familias que a diario luchan desesperadamente para poder adoptar, y que sueñan con darles lo mejor de sus vidas, todo su amor.
No se pierdan en discusiones bizantinas, la verdad es clara, no tiene matices; ni a las tres, ni a las catorce ni a las veintidós semanas, ni con 16, 25 o 40 años; con el aborto, siempre hay una madre que mata a su hijo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Grima

Últimamente ha venido a mi memoria aquel programa que se llamaba “humor amarillo”. Les confirmo que en temas de humor no puedo sentar cátedra, ya que mi sentido del ridículo es tan acendrado, que ese programa (y otros) me parecen un auténtico horror. Para mi era y es incomprensible que unos concursantes se presten de buen grado a sufrir todo tipo de humillaciones y golpes, y no ser capaces de superar prácticamente ninguna de las pruebas que les proponían. Para más “inri”, un presentador vestido al estilo de jefe de circo japonés se iba riendo de ellos, y los realizadores nos repetían una y otra vez y a cámara lenta la moviola de sus desesperados intentos de mantener el equilibrio o sus caídas en auténticos lodazales. Además les entrevistaban después de cada percance, sucios y agotados, y ellos, encantados de la vida saludaban a la cámara.

Así es como he percibido el último mitin que nos ha ofrecido nuestro Gobierno y sus adláteres. Después de no superar ninguna de las pruebas a las que han sido sometidos, saludan y sonríen. Lo de la paz con ETA, lo de salir de Kosovo, lo de los piratas de ahora…todo suena a chirigota, sino fuera tan dramático. Y ellos tan felices. Y debe ser que están acostumbrados, porque pudimos ver a los protagonistas del lío del Capitán Khan, y de otros tantos que para sí querría una película del Superagente 86.

Pero no mueven a risa, porque no es su prestigio (si es que lo tuvieron alguna vez) lo que aquí se baraja, sino el nuestro, como pueblo y como Nación. Los golpes y el ridículo que hacen es a nuestra costa, y francamente me molesta que se sientan tan contentos por hacerlo tan mal.

Agradecería un poco de autocrítica y de vergüenza torera y que por lo menos desaparecieran por el foro intentando ser invisibles, porque su sola presencia, en estos momentos supone una afrenta.

lunes, 23 de noviembre de 2009

La tormenta

Sé que está esperando mi llamada. Sé que la llamaré, pero un poco más tarde. Aún debo reciclar el dolor que me dejó la última conversación. Sé que me sobrepondré a él y con un tono ligero intentaré hacerle más llevaderos estos días. Y es que no hay paisaje más devastado que un corazón roto.

Tiene mi edad, a sus espaldas 25 años de matrimonio, con tantos momentos… buenos, malos, regulares, éxitos y fracasos, alegrías y dolor compartidos, y ahora, cuando parecía que ya no podía haber más temporales, estalla la tormenta más imperfecta, la que no tiene grandeza, sólo afán de destrucción. Y se pregunta cómo no supo ver las nubes, cuando miraba al cielo. Y es que de tanto amoldarse a la vida del otro, se olvidó de cómo quería vivir la suya propia. ¿Le pasó también esto a él?

Sabe que ha sido una buena compañera, un gran apoyo en todos los momentos, pero ¿cuando dejó de ser esposa?, ¿Porqué equivocó su forma de amar, si le amaba tanto…?

Venció en la enfermedad, en las dificultades y la rindió una rutina que se presentaba como confortable acompañante. No supo luchar, porque no vio al enemigo silencioso que tomaba su casa día a día y lo aceptó pensando que era lo normal con el paso de los años.

¿Dónde está su vida sin él?. Existe, se pregunta sabiendo que a partir de ahora inevitablemente existirá, mientras limpia su casa, tan llena de recuerdos, y llora su amor como una viuda, pero con marido.

Sus palabras desgranan impotencia, incredulidad, sentimientos de desengaño, traición, despecho y miedo. Miedo a un futuro para el que no estaba preparada y que tiene irremediablemente que afrontar, mientras el dolor le mina las fuerzas, y el asombro ante lo sucedido le hace dudar de su buen juicio. ¡Jamás me lo hubiera esperado de él! , yo creía que lo conocía bien.

Saldrá adelante, como siempre ha hecho; como otras, incluso conocidas suyas y a las que ella en su momento ayudó. Aprecia el gesto de cariño que le ofrezco como un bálsamo, porque sabe que no la curará, pero la amistad le muestra que es querida, apreciada y que no será la soledad su única compañera, en estas horas. Después finiquitarán su historia entre papeles y repartos, y volver a empezar...

Y comprende que yo me esté preguntado sin decírselo, cuánta es mi suerte por no estar en su lugar, en dónde acerté yo y falló ella, cual es la fórmula… Y sabe que la respuesta sólo la puedo encontrar en los ojos de mi marido.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Los niños

Hay días en que no puedo escribir. Generalmente se debe a que algún suceso ha sacudido fuertemente mi equilibrio, y debo digerirlo, lentamente, con angustia y distanciarme lo suficiente para que mis neuronas, corazón y estómago vuelvan a recuperar su espacio. Y es que cuando esto sucede soy excesivamente empática y acabo convirtiendo un problema de alguien querido, en el mío propio y lo vivo, por unas horas, con una obsesión irracional. Cuando son varias las malas noticias, ni les cuento…

Esto me ha pasado estos días, y como la gota que colma el vaso, procuraré deslizarme suavemente por estas líneas, para compartir el fruto que ha dejado a su paso.

Amamos a nuestros hijos. Procuramos para ellos un entorno seguro. Buscamos el colegio, seleccionamos inevitablemente sus amigos, controlamos aquellos lugares a los que acuden con frecuencia, y les anunciamos constantemente los peligros de ese mundo exterior que ellos, como nosotros cuando éramos jóvenes, siempre infravaloran. Con nuestro apoyo constante conseguimos que se sientan fuertes en sus convicciones, en sus juicios, en sus relaciones. Pero crecen y no podemos evitar que su incorporación al mundo laboral, universitario o simplemente al ocio, les ponga en contacto con realidades diferentes. En ocasiones serán enriquecedoras, pero en otras conocerán la violencia que a diario salpica nuestra sociedad. Nuestras calles están llenas de jóvenes incontrolados, que bajo la excusa del alcohol, las drogas o simplemente para reafirmar su propia autoridad ante la “tribu”, encuentran en la violencia, en la desobediencia a las normas, en la alteración del orden público, su razón de ser. Son inmunes a las leyes, que les protegen como si se trataran de una especie en vías de extinción, y se han multiplicado exponencialmente. Los vemos a diario en altercados por cualquier nimiedad: en discotecas, campos de futbol, calles y plazas. No importa si el adversario es joven, adulto o si se trata de la “autoridad competente”, no importa quién tiene o no razón o argumentos, como una jauría reclaman su derecho inalienable al salvajismo más primitivo.

Gracias a Dios son pocos, aunque hagan mucho ruido, pero están en todas partes, y debemos enseñar a nuestros hijos a evitarlos y a defenderse. Y esto resulta extremadamente doloroso cuando los has educado en un entorno civilizado, les has dado unas normas, que simplemente no son tenidas en cuenta por otros, a decirles que son frágiles, que una buena retirada no siempre es deshonrosa.

Después, si acuden a denunciar verán que al cabo de un tiempo se archiva el caso, porque no tuvieron la precaución de tomar una foto o pedirle el DNI al chaval que les estaba pegando o robando.

Amamos a nuestros hijos. Y como por ósmosis les transmitimos nuestra visión de las cosas. La preocupación por los problemas de las personas que nos rodean, y ese instinto de ayudar, aunque sólo sea distrayéndolos un rato para mermar su angustia. Hay días en que mis hijos me comentan que se quedan a dormir en casa de “fulanito” porque hay “mal rollo”, en ocasiones esta es la excusa para que ese amigo venga a dormir a casa. Y con relativa frecuencia el “mal rollo” acaba en separación y se hace evidente en casa en largas charlas telefónicas o salidas o llegadas a horas intempestivas. No les puedo impedir que hagan lo que yo haría. Me siento orgullosa de ellos y espero que valoren lo que tienen. Pero eso, no me impide reflexionar sobre las carencias emocionales que, sobre todo en los entornos del momento de una separación, sufren estos niños. La vergüenza que les da hablar de ello, si no es con un íntimo. El amparo que les dan los amigos, y que buscan, sin darse cuenta en sus familias. Sienten que por un tiempo la casa y la familia de su amigo forman parte de su hogar. Después, poco a poco se van adaptando a la nueva situación.

Los padres, por su parte, no lo pasan mejor. Probablemente el que toma la decisión final siente alivio al ver que su presente empieza, desde ese momento, a ser pasado, pero el otro vive como su mundo, bueno o malo, se desmorona bajo sus pies. Por muy civilizados o educados que sean, saltan entonces todos los rencores, las impotencias, y dichas en voz alta son difíciles de perdonar. Empieza una batalla, generalmente disimulada, pero en la que los hijos, inevitablemente son convidados de piedra. Sueñan con que “todo se arregle” y ya. Y eso, en la mayoría de los casos suele ser imposible, e incomprensible para ellos. Sabían que las cosas no iban bien, pero para protegerles, para impedir que entren en el conflicto, se les dan razones o argumentos generales, afirmando siempre que para ellos nada va a cambiar, que sus padres, los dos, los quieren. Pero lo cierto es que todo cambia.

Amamos a nuestros hijos y también amamos a esos niños que no hemos engendrado, pero que encuentran en tu casa calidez, paz y cariño; que te miran y se sorprenden de que tus hijos hablen contigo y que sepas sus nombres. Y te lo agradecen siempre, sin palabras, a veces con una rosa.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Transporte público

Yo no sé en sus ciudades, pero en la mía se están poniendo algo más que pesados con el tema del Transporte Público. Y no es que no crea que ese medio sea el ideal para rebajar la contaminación ambiental, que cada día nos acecha y nos enferma, o para evitar esos atascos, que desatan en nosotros crisis nerviosas o amplían el vocabulario cotidiano de nuestras imprecaciones. Es que cuando no puede ser, no es.

En este tema también, a lo largo de la vida pasamos por distintas etapas.

De jóvenes todos hemos utilizado prioritariamente autobuses o metros para desplazarnos, era lo habitual, y lo sigue siendo. porque el Ayuntamiento ya se encarga de evitar tentaciones. tarifando el aparcamiento en todas las calles circundantes a colegios o universidades.

Pero ¿han intentado Vds. subir al autobús con tres niños, sus carteras y sus bolsas de deporte?. Es una misión imposible, y se lo digo por experiencia. Por mucho que se intente emular a un pulpo, la naturaleza sólo nos dio dos manos, y cualquier frenazo supone llevarse por delante al viajero que tienes al lado, golpearle con una bolsa o que un niño salga volando. Y no suele salir gratis, por mucho que pidas disculpas, el repertorio de comentarios agresivos que recibes suele acabar con tu paciencia.

El Ayuntamiento no se da por enterado, llévelos a un colegio cercano y así no deberá desplazarse. ¡Señor, si son infumables!, Yo quiero que mis hijos reciban la educación que yo elija, no la que Vds. imponen, y por ello ya pago el canon de un colegio concertado.

E irremediablemente, coges el coche. Te gritan igual, pero al menos vas parapetada y no temes por la salud física y psicológica de tus hijos, que además te ayudan a contestar adecuadamente al energúmeno que saltándose todas las normas de tráfico pretende decirte que le estorbas. Pues si supiera Vd, lo que me preocupa…

Y es que siempre es hora punta, y todos llegamos tarde y no tenemos más justificante que el tráfico.

Con los años, vuelves a aparcar el coche, y a elegir las horas en las que te desplazas. Pero aún así, no siempre tienes cerca de tu origen o destino, una estación de metro o de autobús que los comunique, y habitualmente los transbordos propuestos, cuando los hay, son verdaderas excursiones por el subsuelo de la ciudad.

Si el recorrido es corto, vas caminando entre bicicletas amenazantes, que reclaman su espacio mirándote con la superioridad de su velocidad, o entre otros viandantes que te evidencian tu lentitud o su prisa.

Y una se pregunta angustiada cómo consiguen moverse nuestros ancianos en semejante selva.

¿Transporte Público? Sí, pero un transporte humano, que tenga en cuenta las necesidades reales de los ciudadanos. No sirve de nada que los gestores de los mismos, controlen la efectividad a las 11,00 de la mañana para salir en el Telediario. ¡El responsable de Transportes ha viajado en Metro! (Y es noticia). Yo les propondría, por una semana, intentar sobrevivir a las 8,30 de la mañana a los niños, a las carteras, a las bolsas de deporte, a las madres, a los empujones, a las malas caras y que nos cuenten de qué humor llegan a su despacho. Puede que así cambiara su perspectiva.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Comunicación

Vivimos en la era de la Comunicación, nos repiten cada día desde cualquier medio o tertulia,… Es una afirmación fuera de toda duda, de esas que se acompañan con toda la gestualidad de lo obvio. Pero, a mi se me antoja siempre imprecisa.

No dudo que hoy en día las distancias se hayan reducido, ni que la inmediatez del mensaje vía e-mail, videoconferencia, sms o móvil, causen asombro, es la palabra la que me falla.

Hagan Vds. cualquier cursillo, verán como en la mayoría de los casos hay un tema referido a la tan traída y llevada comunicación, siempre orientada a la mayor eficiencia, eficacia o rentabilidad. Y ahora, dígame cómo se llama su vecino del 5º 1ª, sí ese que lleva viviendo en la casa cinco años.

Y no es que sea ésta una pregunta con trampa, o que añore los tiempos de las corralas, es que cada día me sorprenden los vecinos de delincuentes, agresores o asesinos. Todos eran buenas personas, no daban que hablar, sólo en los casos flagrantes te responden que era de esperar. ¿Y Vd. qué hizo?

Por no hablar de aquellas personas que permanecen muertas en su domicilio durantes días, y que sólo el molesto olor a cadáver despierta el interés suficiente para avisar a la Policía.

Y es que sin darnos cuenta olvidamos lo importante. Los vecinos te daban seguridad. Sabías que si a tu hijo le pasaba algo, inmediatamente te avisaban, que si había un enfermo sin familia en el edificio, alguien le haría la compra o la comida, y pasabas a dar el pésame cuando la situación lo requería. Pero ahora, estamos desprotegidos. Nos encerramos en nuestras casas pensando que son fortalezas, pero en la calle siempre hay un pederasta, un violador, un asesino que pasa rozando nuestras vidas sin que lo detectemos, porque son invisibles o no los queremos ver.

¿Dónde están las porteras? Sucumbieron a su fama. Ahora tenemos interinos que, en horario de oficina, solventan los incidentes de la comunidad, pero que no suelen informarnos de aquellas pequeñas cosas que nos hacían sentir cercanos. Se casa la chica del 7º, la Sra. Pérez ha sido abuela, han ingresado al Sr. López esta mañana,…

Y vemos morir los barrios, convirtiéndolos en un conjunto de soledades con domicilio propio.

En este mundo global la comunicación se ha convertido en una herramienta de trabajo, y por eso, en el ascensor sólo hablamos del tiempo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El trastero

Cada Noviembre, por estas fechas, una empieza a pensar en la Navidad: tengo que bajar el Belén, decorar la casa, pensar en lo que cocinaré,… ¡Que estrés!

Como paso previo, y siempre doloroso, te subes al altillo, o bajas al trastero (según la modalidad), para descubrir al lado de la caja marcada con letras enormes “BELEN” un sinfín de paquetes y bolsas que recogen todo aquello que ya no cabe en casa, pero de lo que te cuesta mucho desprenderte. Año a año crecen los bultos, y siempre, para consolarte, te deshaces de alguno, para hacerle sitio, irremediablemente, a otro que ocupará su lugar.

Por lo general no recuerdas qué contienen, pero inevitablemente al abrirlos por cualquier esquina, se te pone cara de boba y te inundas de recuerdos.

La situación se agrava si te ayudan tus hijos y en esos paquetes hay juguetes. Entonces hay que abrirlos del todo y dejar que los toquen, que vuelvan a sentarse en el suelo con ellos entre las manos. Recuerdan con ilusión dónde están los botones para hacerlos funcionar o buscan los complementos como si en ello les fuera la vida. Pasan unas horas acariciándolos, reviviéndose y sonríes al pensar que con el tiempo se compraron una bicicleta de descenso parecida a la del Action Man, que sigue su afición al mundo de los Bomberos, o que al final tenemos un perro igual que aquel peluche…

Luego hay que guardarlos, archivarlos en el trastero igual que en la memoria. Aunque siempre queda alguno fuera, que desde la estantería luce orgulloso su capacidad de supervivencia.

Y cuando por fin cierras el trastero, sabes que, por unos instantes, los Reyes Magos han visitado tu casa.

martes, 10 de noviembre de 2009

Encantado de conocerse

Una empieza a darse cuenta de que la medida de todo para nuestro Presidente es él mismo. Es su historia la que conoce y por eso, ante cualquier circunstancia, personaliza en sí mismo la magnitud del evento. Y así nos lo encontramos equiparando el fusilamiento de su abuelo ante una víctima de terrorismo o la caída del muro de Berlín con la muerte de Franco. Y debe ser que suma a sus pocos o nulos conocimientos históricos, una falta de empatía total y un ego tan grande, que lo convierte en protagonista único y exclusivo de aquellas conversaciones que pueda creer interesantes.

Y quizás sólo por darle tema vienen los piratas y secuestran un barco… Nos es fácil imaginarlo con peluca blanca y levita (la cara de pasmo la lleva incorporada) como un gobernador de las Antillas, con el acompañamiento de nuestra Vice con miriñaque y aspecto de hermanastra de Cenicienta, evitando tomar decisiones y manteniendo los barcos de guerra como decorado. Lo malo en esta película, cuyo guión creíamos conocemos de sobras, es que los extras se han sublevado, y no están por la labor de salir a las ventanas pidiendo socorro, mientras los piratas pasan a cuchillo a la marinería, ni a dejar que quemen sus casas y destrocen sus vidas.

Las mujeres no huyen, sino que se plantan en palacio y a bocajarro les cantan las cuarenta a los gobernantes. Y para esto no estaban preparados… Y con cara de que les ha atragantado el canapé, buscan la forma de justificarse. El tema del machismo no tiene cabida, ya que las mujeres son protagonistas en ambos bandos. Y sólo cabe afirmar entre pucheros que son críticas injustas, que son unos incomprendidos, que hacen todo lo que pueden… Cómo explicar el tiempo perdido, y que las decisiones que no tomaron ayer hoy pasan factura.

Y ahora, a abonar el rescate. No sabemos los doblones que se llevarán los piratas, pero el precio que pagaremos será infinitamente más alto.

Pero no se hagan ilusiones, que no aprenderá. Su mirada no nos ve, está puesta en horizontes más altos y lejanos: ¿Qué podemos hacer por Obama?, la Conjunción planetaria a tres bandas (como en el billar, nosotros a la tronera) entre USA, Argentina y la Europa de Zapatero, la Alianza de Civilizaciones,… y mientras, desatiende su primera obligación que somos nosotros, los españoles, pero es que él ha nacido para salvar el mundo, aunque sea a costa de su país. Busca su sitio en la historia en otros mares, en otras fronteras… Y así nos luce el pelo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Ayudando al ciudadano

Una, que creció en una familia numerosa y creó la suya propia, se consideraba a estas alturas de la vida una experta en reciclaje. Pero, no.

En mi infinita ingenuidad, pensaba que aprovechar las libretas que aún conservan el número de páginas en blanco suficientes para recibir tal denominación, una vez arrancadas las ya escritas; forrar los libros y decorarlos con pegatinas para tapar el nombre de su propietario original; modificar las prendas de vestir, lo suficiente para que parecieran a la moda, después de una recua de años; aplicar rodilleras y coderas a chandals y pantalones y tener la suficiente paciencia para guardarlos hasta el feliz momento en que tus hijos van a Colonias escolares (avisando previamente, si pierdes algo, no digas que es tuyo) para ¡ por fin! tirarlos a la basura, o cocinar “ropa vieja” o diseñar un menú degustación los viernes con todas las “muestras” que te quedan en la nevera…eso era reciclar.

Pero no, ya ven, ahora resulta que se refieren al estudio minucioso y clasificación ordenada de residuos domésticos ¿¿mande??

Te esfuerzas por comprender la nueva normativa, que en un folleto a todo color, en papel satinado (no vayan a creer que ellos reciclan), especifica la correcta ubicación de una lista interminable de productos. Por si se te olvida, en versión resumida te entregan un cartón que al estilo Pepito Grillo imantado te lo recuerda desde la puerta de la nevera.

Por último, el Ayuntamiento te hace llegar tres bolsas de colores distintos para que pongas en cada una papel, plástico o vidrio, y, por supuesto, te encargues de hacerlas llegar al contenedor más cercano (es un sarcasmo). Y empiezas a darte cuenta del peso que supone el estar informado, los lunes son terribles. Y a mirar con horror cuando la pescatera te pone, en un alarde estético, tu compra en una bandeja . ¡No, por favor!, que con una bolsita y un papel tengo suficiente. Y es que la bolsa de plásticos siempre está llena. O te preguntas ¿qué haces con el corcho de la botella?, ¿dónde lo metes?...y el cubo de la basura general se llena de tu ignorancia.
Pues, si esto no era lo suficientemente mortificante, ahora salen con que los pelos (¿los del perro también?) y las uñas deben ir en otro recipiente distinto. ¿Pero no son orgánicos? Y esto te subleva, porque lo único que te falta es ir exponiendo la basura en tus higiénicos y siempre bien desinfectados cuartos de baño. Pero no tienen suficiente, sepan Vds. que si las uñas están pintadas, hay que separarlas !!!!

Y una no puede más y explota. En un país con tantos parados, no podrían ocupar a unos cuantos, que haciendo los cursillos correspondientes, fueran expertos en el reciclaje. No pretendan que me sienta culpable de la degradación del medio ambiente por olvidarme, de vez en cuando, de lo que estoy tirando en esos momentos a la basura, que hay días que hasta me olvido de mi nombre con las prisas. No pienso desenterrar el hacha de guerra porque mis hijos se equivoquen de contenedor. Y por favor apliquen el plan que quieran, con la letra del abecedario que se les antoje, y libérennos de semejante suplicio.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Por no callarme

Hay días en los que una no está para nada. Intenta convencerse de aquello de “se hace camino al andar” cuando el despertador, con su impertinencia habitual, te recuerda que es hora de levantarse. Entre las sábanas añoras aquellas mañanas en que abrías los ojos al sonido de las campanas y que tenían sabor a sábado.

Y es que se acerca el frío anunciando la llegada de un invierno, que se nos augura algo más que inclemente. Y una se despereza con decisión, pero sin energía, agarrando la mañana por el pescuezo y sobreponiéndose a las ganas de volver a taparse y olvidarse por un ratito del día que ya ha nacido.

Una vez superado el doloroso trance de levantarse, toca vestirse de super-woman o mujer maravilla, capaz de sortear cualquier dificultad o vencer todos los molinos cotidianos, llenando los bolsillos de piedras para no dejarse llevar demasiado por los vientos que corren. Sólo se deben dejar volar los sueños. Porque sin sueños, la vida pierde mucho. No importa si se cumplen o no, están ahí empujándonos a alcanzar cualquier utopía. ¡Te imaginas si….! Y somos felices con tan sólo dibujar en el aire una realidad distinta. Como cuando éramos niños y diseñábamos nuestras habitaciones con medidas de estadios de futbol.

Todo es posible en otoño, cuando el paisaje se desnuda de verdes, para que podamos disfrutar los ocres, los rojos, los marrones,…y nos inunda esa añoranza que invita a recogerse y a descubrir el calor de las pequeñas cosas…

Pero el reloj acucia, y hay que volver a la intemperie, al pan nuestro de cada día, a las prisas, a multiplicar los minutos para llegar a todo…

Y es que hay días en los que una no está para nada, y antes de salir de casa se despide con resignación de sus zapatillas.

Y colorín colorado...

Comentan en alguna tertulia que nuestro Presidente ha cambiado el gesto. Ya no sonríe tanto ni por todo, se le ve más serio, es decir “que ha perdido la risa, ha perdido el color…” Y una respira. Parece que en Fantasía Alicia se ha despertado fuera del País de las Maravillas (los gritos de su madre, ya se sabe…) o que ha comprobado que no basta con calzarse unos zapatos rojos (evidentemente) para que el camino se abra a su paso…

Y es que en este mundo de birlibirloque encontramos a sindicalistas comiendo en restaurantes de constelaciones de estrellas, y son los empresarios los que pierden sus ahorros y sus viviendas. Y mientras que esos mismos sindicalistas convocan manifestaciones contra los empresarios, los autónomos salen a la calle en protesta para sobrevivir, como los “descamisados” en los que parece querer convertirlos la ineficacia de nuestra Administración.

Aseguran que estamos mejor que el año pasado (ya se sabe, el Presidente está para darnos ánimos, no disgustos). Y pretenden que nos alegremos porque el número de personas que perdieron su empleo ha crecido en Octubre la mitad que en el mismo mes del año pasado (eso habría que verlo sin maquillaje). Pero callan alevosamente que por estas fechas, en 2.008 había 2 millones de parados y ahora superamos los 4 millones. Sus expertos parece que sólo sirven para asesorarles en cómo dorarnos la píldora cada día. (maté siete de un golpe, ¿les suena?)

Los que realmente saben como lo pasan los ciudadanos son los centros comerciales, supermercados, etc… que este mes de Noviembre han lanzado miles de propuestas de descuentos, las estanterías de sus establecimientos no mienten. Las amas de casa, que retomando la “nouvelle cuisine” de nuestras abuelas, hemos aplicado radicalmente el 2 x 1 en nuestras casas a base de platos de cuchara. Hasta la moda parece echarnos una mano desempolvando las hombreras…

Los centros de Cáritas están desbordados, y en sus comedores volvemos a la “sopa boba” que se multiplica, gracias a Dios, como los panes y los peces. Cada día hay más pobres. Aprendí de niña, de la mano de mi abuela, lo que eran los “pobres vergonzantes”. Luego los volví a encontrar en los archivos medievales de algunas iglesias. Hoy están en todas partes.

Parece que no aprendemos; el progreso se mide en parámetros tan alejados del hombre que nunca alcanza a modificar las realidades más acuciantes. El Rey Midas ha dejado de comer, pero no convierte en oro lo que toca, sino en cenizas.

Hoy miramos de frente nuestra sociedad y la vemos “en el traje del emperador”, es decir, desnuda, pero no nos da risa. Y acudimos a los arcones de nuestra conciencia para sacar de ellos aquellos valores que nos hacen seguir manteniéndonos de pié, soportando las inclemencias. Nos agarramos desesperadamente a nuestras convicciones, a nuestra fe, a nuestras familias y amigos para recuperar el equilibrio y el sosiego. Y es que, por mucha crisis que haya, esto no nos lo pueden quitar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Naturalidad

Una, que aún recuerda como era de joven, no puede dejar de sonreír al evocar cómo defendía con vehemencia, en sus años mozos, aquello que considerábamos “naturalidad” y que oponíamos a “hipocresía”. Y sonrío porque hoy en día huyo de lo que se considera naturalidad como gato escaldado del agua fría.

Y, es curioso, porque esta sociedad que se mira tanto en la imagen, en la moda,…al abrir la boca peca de una “naturalidad” rayana en lo escatológico. Y no exagero, se lo prometo. Y sino, pasen y vean:

Nos hemos acostumbrado a “sufrir en silencio”… las hemorroides, a “controlar nuestra regularidad” con un yogurt o a solucionar las molestias de “esos días” con todos los productos higiénicos y sanitarios a nuestro alcance, y todo esto desde el salón de nuestra casa. Yo comprendo que los comerciantes desean vender sus productos y agradezco los eufemismos que emplean y hasta desearía que dentro de esta línea se mantuviera todo aquel que se asoma a la pantalla del televisor. Debemos reconocer el esfuerzo que realizan por matizar la evidencia, a pesar de que la emisión de dichos anuncios no suela ser en el momento más adecuado, si es que hay alguno.

Pero no, sólo ellos se limitan a sugerir. Los participantes de varios programas son más explícitos. Consideran naturalidad comentar como les afecta el aire que expelen sus cuerpos al exterior (sea cual sea el conducto), el funcionamiento de sus intestinos ó el número de relaciones sexuales que mantienen al día (ellos no las llaman así), sus parejas, el entorno dónde se realizan... valorándolo todo como si de algo extraordinario se tratara… Señores, que estamos en el siglo XXI y todos sabemos como hemos llegado aquí. ¡Vaya novedad!

Y lo malo de esto, es que tiende a generalizarse, que crean escuela…A ellos les pagan por exponer sus intimidades (las más de las veces su desvergüenza), pero su actitud parece calar entre los que les siguen a diario, y que nos ofrecen en cualquier momento y lugar su repertorio particular (y gratis, oiga).

Reconozco que el nacimiento de un bebé es uno de los hechos más sublimes de la existencia, pero de ahí a grabarlo en vídeo y pasarlo en el salón delante de los invitados, media un abismo.
El otro día me comentaba con estupor una amiga, como una conocida suya, en una reunión familiar (abuelas incluidas) se puso a explicar, con todo lujo de detalles, la primera relación sexual que tuvo con su hoy marido, también presente (olas y amaneceres adornaban el relato).
No solo el pasmo, el pavor, la incredulidad y un profundo silencio inundaron el salón. ¡Esto no puede estar pasando! ¿Y qué haces para salir de esta? ¿Aplaudes?

Quien no ha oído, tras la comisión de una falta o el afeamiento de una conducta, la consabida frase… ¡es que soy así!… Pues señor, edúquese, que los demás ya nos hemos tomado la molestia.

Y es que una no acaba de acostumbrarse a oír, ver o leer, conversaciones que antes manteníamos en petit comité y siempre en voz baja, o ante facultativos y con cierto sonrojo.

Y mueves la cabeza de un lado a otro repitiéndote no es esto… no era esto. Y acabas dando las gracias ante cualquier gesto que suponga educación o aquellos tan mal vendidos modales, que hacen la vida siempre más agradable.

martes, 3 de noviembre de 2009

El gobierno de los mejores

Una no sabe a quien echarle la culpa… Si al Corte Inglés con sus campañas, a la Coca-Cola, a L’Oreal, (porque yo lo valgo), o a quien, pero lo cierto es que a los asesores de imagen de nuestros próceres mejor les iría si pusieran en práctica aquello tan familiar de “busque, compare y si encuentra algo MEJOR, cómprelo”. Y señalo “mejor”, porque pienso que en ese concepto es dónde radica el quid de la cuestión.

Acostumbrados a la tiranía de la imagen, olvidan que no los votamos por jóvenes y bellos, sino para gobernarnos. Y, si bien es cierto que la fotogenia resulta más favorecedora, el Photoshop ya nos ha demostrado que no es tan fundamental, unos retoques… y como nuevo.

El problema es que en esta carrera por parecer jóvenes, olvidan la edad que realmente tienen y uno, que espera oír a una persona a la que los años y la vida han ido forjando en las ideas, en el lenguaje, en la comprensión, se encuentra casi siempre con el mensaje breve y simplista, en el fondo y en la forma, de un chaval. Y se pregunta: son tontos o se creen que los tontos somos nosotros.

Ese “buenismo”, me resulta aterrador. Porque no nace de la formación que se supone tienen, de un concepto de lo bueno y lo malo, de lo correcto o incorrecto, sino del desiderátum de un niño…. Y yo soy madre. Y como la mayoría de vosotros me he sorprendido con la ingenuidad con la que los niños resolvían las cuestiones. Y me he encontrado explicándoles que las cosas no son exactamente así, como ellos las ven, sino mucho más complejas. Y que no basta con desear, hay que actuar.

Uno aspira a que le gobiernen los mejores, no los más bellos, ni los más jóvenes, ni los más ricos… los mejores, con independencia de su edad, su condición o su aspecto. Aquellos que sean capaces de poner a disposición de la sociedad su experiencia, su conocimiento, su saber con verdadera vocación de servicio y de pedagogía, porque así conseguiremos entender sus motivos y valorar sus decisiones.

Algo que realmente nos es imposible en este momento en el que cualquier medida que se adopta tiene como objetivo el éxito en el corto plazo, generalmente en el ámbito electoral.

Y pienso que, en esta inacabable contienda electoral, solo somos capaces de percibir el humo de tanta hoguera que, como pirómanos locos o niños con cerillas, encienden a diario, para disfrutar de la efímera belleza de las llamas.

Y mientras tanto se consume nuestro país, nuestra sociedad, nuestra civilización entre aplausos a la frase ocurrente del día.

Encuestas

Ocultos bajo las cifras, incluso me atrevería a decir traspapelados, vivimos un montón de españoles. Después de decenios en los que se nos han inculcado las bondades del individualismo, hoy pasamos a ser cifras de todas las macroencuestras posibles, números de informes, puntos en el gráfico de cualquier cuestión, por nimia que sea.

Y una, que es muy suya, se siente ofendida por ser tan banalizada. No es que no me considere miembro de ningún colectivo, ni que me moleste coincidir con parte de mis conciudadanos, y mucho menos que sobrevalore mi posición ante el mundo, es sencillamente que no me reconozco en los parámetros que utilizan.

Y llegas a pensar que formas parte de ese casillero que nunca vemos, pero que seguramente existirá en la mente de los que solicitan dichos estudios, que nos define como personas a no tener en cuenta, porque somos normales.

Y sí sabemos, y sí contestamos, pero nuestras respuestas no interesan. Les resulta más cómodo sumar la marginalidad de la que creen que extraerán los votos que nunca llegan. Nos tienen asumidos, pero no nos escuchan. Y no será porque no tengamos ganas de hablar o nada que decir…

Y cuando alguien abre una tribuna para poder expresarnos, nuestro grito queda siempre silenciado bajo una guerra de cifras (generalmente altísimas en comparación con lo habitual)… Pero, no importa si lo que afirmamos o solicitamos tiene sentido, verdad o razón, sólo cuenta el número. Lo indignante es que eso sólo nos ocurre a los normales, los marginales si pueden hacer llegar su mensaje, por encima de la pírrica cifra de sus voces.

Esta sociedad, acostumbrada a pactar con minorías para alcanzar el poder, ha consentido que la mayoría no tenga importancia, que la diferencia esté sobrevalorada y que la posición de unos pocos dicte nuestro presente e hipoteque nuestro futuro. Y quizás, por eso, la inmensa mayoría estamos incómodos en un país que, como dijo Alfonso Guerra, no reconoce ni la madre que nos parió.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Girones en el telón

De un tiempo a esta parte empezamos a conocer, aquellos que no lo vivimos o por lo menos no teníamos edad de saberlo, lo que ocurrió al otro lado de ese “telón de acero” que tantos se negaban a reconocer. Polacos, checos y otros pueblos de la orbita de la Unión Soviética… están por la labor de recuperar su Memoria Histórica informándonos, con un realismo, que pone los pelos de punta, que, para ellos la paz no llegó con el final de la guerra.

Películas como “Un cielo azul oscuro” en la que se relata la represión de los pilotos checos que, después de haber luchado con los ingleses y contra los alemanes, son encarcelados y peor tratados que los propios alemanes; “Katyn” que impacta, no por rezumar sensiblería, sino más bien por mostrarnos la realidad desde la distancia del objetivo, recordándonos que no todo el sufrimiento se concentró en el gueto de Varsovia; son una muestra de lo que imagino acabará por extenderse a cada uno de los países sometidos por la URSS.

Se acaba de publicar, también, la biografía de la mujer de Prokofiev, que tuvo que cumplir varios años de gulag por el simple hecho de ser extrajera y culta.

Sólo mencionaré aquí el famoso grito de ¡Viva Rusia y muera España! que tanta sangre derramó en nuestra Patria.

Supongo que todo esto se sabía, pero que no era oportuno ofender a la gran potencia señalando cada uno de sus desmanes. A cambio, nos vendía que no había pobres, que todos tenían vivienda (aunque se considerase tal cualquier solución habitacional de nuestras ministras)… beneficios de un sistema igualitario.

Toda esta reflexión surge tras la noticia de que la estatua de Stalin será repuesta en Rusia. ¿Añoran la “grandeza” de esos tiempos?

¿Se habrán vuelto locos?

domingo, 1 de noviembre de 2009

El lector de sudokus

Estoy esperanzada con la cantidad de adeptos que tiene este entretenimiento en nuestro país. No hay periódico que se precie que no cuente con uno en sus páginas. Se preguntarán qué tiene de estimulante para despertar en mí esta agitación. ¿Qué le diferencia de los crucigramas u otros juegos similares? Sencillamente, ante un soduku no caben especulaciones.

En una sociedad en la que las palabras se nos antojan cada día más equívocas, no por ellas, sino por el sentido que les dan los que las pronuncian, deformándolas hasta extremos incomprensibles a cualquier diccionario, una se refugiaba en los crucigramas con la esperanza de que la definición diera lugar a cualquier sinónimo que la lengua española prevé. Pero…con los científicos holandeses del siglo XIX o similares acabas tropezando casi siempre, cuando no son plantas originarias de cualquier lugar que no consta casi en el mapa, o con modismos locales de cualquier punto de América del Sur. Y no hay derecho. Llenas la casilla con cualquier letra que te suene más o menos bien, y asunto liquidado.

Por lo tanto, los crucigramas nos sirven para estimular la imaginación y la creatividad, pero…

Los juegos de operaciones matemáticas en horizontal y vertical suelen ofrecernos la posibilidad de más de una respuesta. Agudizan nuestra capacidad numérica para alcanzar el objetivo final. Y no podemos confiar en unas operaciones matemáticas que suman dos más dos y resultan diecisiete (véanse los presupuestos generales), o donde diecisiete comunidades autónomas nunca suman un país

Pero el sudoku, nos aparta de esa realidad que nos están vendiendo.. El sudoku, de forma machacona nos insiste que en cada casilla va un número y sólo ése, y debemos situar cada número en su cuadrante contando con los que le rodean por todos lados. Si aquí tengo el cuatro y arriba el cinco y en los otros cuadrados los tengo en distinta posición….ergo, este es el sitio que le corresponde.

Ojalá, esta lógica tan pedestre se multiplique entre los españoles, y seamos capaces de deducir que si esto es lo que dicen y esto es lo que hacen, la casilla que les corresponde a tanto sinvergüenza no tiene pérdida, porque no cabe la posibilidad de situarlos en otro sitio, después, ya les buscaremos un nombre adecuado que cuadre con la definición.

sábado, 31 de octubre de 2009

Liderazgo

Me sorprende casi todos los vienes. Se la ve tan encantada de conocerse… Es inteligente y lo sabe. Y si uno la mira sin oírla debe reconocer que se encuentra ante un verdadero espectáculo: la sonrisa condescendiente, su aparente fragilidad, la seguridad en el tono, el acompañamiento gestual convincente a sus afirmaciones, el punto de mira superior, tal y como corresponde a una persona de su categoría y cargo… Todo nos lleva a reconocer que nos encontramos ante un líder….de diseño.

Lo malo llega cuando subimos el volumen y cometemos el error de escuchar lo que dice o no dice….y cobra vida todo ese teatro de la imagen; la repetición del mensaje con métodos de Barrio Sésamo y una intensidad didáctica de maestra de primaria, la indignación cuando el que pregunta insiste (generalmente porque la respuesta no tiene nada que ver con lo preguntado) y el desprecio o incomprensión ante tanta estulticia, ella ya ha dicho lo que quería decir… Entonces la ira, apenas contenida, se le escapa por los ojos y finge impotencia ante la incapacidad del interlocutor. Displicencia, superioridad, y todo un repertorio gestual al servicio no de la información o el conocimiento, sino del titular que se pretende en la prensa del día siguiente.

Junto a ellos, compartiendo nuestro tiempo, encontramos verdaderos eruditos, que no se disfrazan de pavo real, que escuchan y que nos deleitan con sus opiniones y conocimientos. No gritan, no gesticulan, pero sus palabras y sus obras tienen la fuerza del saber y de la verdad. Ellos son verdaderos líderes, pero no tenemos la suerte de disponer de sus intervenciones todos los viernes antes del telediario. A veces nos sorprenden en algún programa de cadenas no generalistas, por supuesto, y hacen que por unos momentos nos reconciliemos con nuestro mundo.

Y todo esto por ver la rueda de prensa del Consejo de Ministros…

viernes, 30 de octubre de 2009

Fugacidad

A cualquier hora del día te sitúas delante del ordenador y entras en Internet, esa inmensa ventana al mundo, en ella buscas entre los resquicios aquellos rayos de sol que te iluminan, te reconfortan, eludiendo las grandes oscuridades que amenazan con invadirte.

Entras con prudencia, casi con temor y siempre preparado para salir huyendo, porque nunca sabes de dónde te va a llegar, como una bofetada, aquella información que va a sacudir tu conciencia, bien por el fondo, bien por la forma, o sencillamente por el tratamiento que le den al tema en cuestión. Y es que en estos días todo es noticia; breve, fugaz, inmediata, y yo creo que no estoy preparada para que los grandes temas, los que de verdad importan, pasen por delante de mis ojos y de mi mente como si se tratara de una carrera de formula uno.

La esencia del hombre, su dignidad, el principio de la vida, no se pueden ventilar con número de manifestantes o de enmiendas a la totalidad; la violencia no se reduce a una interminable lista de nombres, la justicia, el servicio público,…el bien y el mal absolutamente frivolizados, manipulados, y olvidados al día siguiente y hasta la próxima.

Busco, y gracias a Dios os encuentro, un espacio de reflexión, de permanencia, para permitir que esos dardos cotidianos se conviertan en poso y no en callo, para no perder la capacidad de sentirme ofendida por una sociedad con una vocación tan efímera como un cometa, y probablemente con el mismo desgraciado final.

No me gusta esa sociedad de fuegos de artificio, en la que se valora el momento, no la trayectoria, ni el resultado final, el éxito inminente frente al trabajo bien hecho, la locuacidad frente a la palabra medida, en la que lo importante es cambiar de nombre una realidad, no modificarla en esencia. Y así, entre equívocos, errores semánticos, noticias y ocurrencias transcurren nuestros días repitiendo los errores que la historia nos debía haber enseñado.