miércoles, 23 de junio de 2010

Disciplina de voto

Antonio Gutiérrez ha decidido saltarse la disciplina de voto en el asunto de la reforma del mercado laboral. Su decisión ha contado con la comprensión del Presidente, que parecía querer decirle ojalá pudiera hacer yo lo mismo. La trayectoria de Gutiérrez en CC.OO. le parece al Presidente suficiente justificación a su actitud de discrepancia puntual con el partido. Esto no debería ser noticia, pero para muchos de nosotros si lo es. Aún recordamos a Nicolás Redondo Urbieta y su “discrepancia” con Felipe González, y lo que es más doloroso, la actitud beligerante ante la votación de la Ley del Aborto. En ella no cabía indisciplina alguna. Tenían que ir todos a votar y desde luego apoyar el proyecto del partido.
Para muchos de nosotros esta muestra del “talante” de Zapatero resulta odiosa. Comprende la defensa del trabajador, pero no la defensa de la vida. Justifica por una trayectoria sindical la falta de disciplina de voto, pero no admite la objeción de conciencia en un tema tan íntimo y personal que afecta a la defensa del primero de todos los derechos, al principio fundamental sobre el que se sustenta la propia existencia, convirtiendo a los miembros de su partido en cómplices de asesinato de miles de niños que no nacerán. Si, niños, no seres, no criaturas, niños, bebés.
Maniqueísmo puro y duro, como siempre. ¿De qué nos sirven tantos diputados si el voto es siempre (o casi siempre) único. Que vayan los representantes de los partidos y voten por delegación de sus miembros. Así nos ahorraríamos el bochorno de aguantar las lecciones de moralina de algunos que se dicen católicos, y que obedecen al partido pero no a la Iglesia.

martes, 22 de junio de 2010

Educación

Acaban de publicar los resultados de los exámenes de control de primaria que se realizan en todas las comunidades de España. El resultado para Cataluña es deprimente. No es algo que me sorprenda, porque es algo que se veía venir, pero es descorazonador que el nivel, ya en primaria, se distancie tanto de lo exigible.
Padecemos un sistema educativo disparatado. Los libros de lengua y literatura castellana del mismo curso y editorial no sirven para las distintas comunidades, y al margen de incrementar el coste de su edición, parece razonable pensar que al menos en esa materia los contenidos deberían ser los mismos, pero no.
Nuestros estudiantes no han llegado a tener noticia de la Literatura Universal, es decir, ni literatura inglesa, ni francesa ni alemana, ni italiana, ni rusa, ni americana, ni hispanoamericana, ni moderna ni contemporánea. Y todavía no me explico cómo llegarán a comprender cada una de las etapas de nuestra historia sin incorporar en ellas lo que ha supuesto la palabra escrita, las corrientes que han generado o representado. Cómo explicarán las obras de arte sin tener conocimiento del movimiento literario que moldea o completa sus cuadros, esculturas o edificios.
Los que estudian humanidades han llegado a tener conocimiento de la literatura clásica greco-latina, pero los demás qué mínima base poseen.
Y es que mi hijo menor acaba de examinarse de la selectividad y he caído en cuenta de las carencias con las que ha superado el bachillerato.
Vds., seguramente como yo, estudiaron literatura universal, e incluso, en clase de francés, literatura francesa. Representamos obras de autores españoles y extranjeros, o fragmentos, o leímos sus poesías como medio de aprendizaje. Ellos no. Han crecido faltos de un conocimiento que completa la percepción del mundo en el que viven. Acaso podemos prescindir de Dante, Petrarca, Shakespeare, Tolstoi, Chejov, Verlaine, Balzac, Flaubert, Camus, Victor Hugo y tantos otros.
Eso si, han estudiado literatura catalana, varios cursos.

sábado, 19 de junio de 2010

Sindicautos

¿No les ha sorprendido que los sindicatos necesiten tres meses para “ponerse en contacto con sus bases” de cara a una huelga general? Una creía que los problemas de comunicación eran prioritariamente del Gobierno, pero vaya, se ve que todo se contagia. Será más bien que viven tan alejados de los trabajadores sindicados, que les escuchan tan poco, que necesitan reunirse y enzarzarlos para que acudan a la huelga general debidamente motivados. Ya veremos cómo responden a esta oligarquía sindical que no tiene claro ni porque hacen huelga, pero que mueven a los trabajadores como peones en el ajedrez del poder. Y contra qué o quien se manifestarán: contra los empresarios, contra la oposición o por casualidad buscaran una sede neutra donde “ejercer su derecho” sin perjudicar al Gobierno que los ha mimado (a ellos, no a los trabajadores).
Es evidente que cada día encontramos más a faltar al equipo de Fidalgo, que era capaz de discrepar de UGT y tomar decisiones en nombre de su sindicato, sin bailarle al agua a ningún gobierno, y con las ideas suficientemente claras para defender sus posturas sin amiguismos.
Hasta en eso hemos perdido.
Y dentro de tres meses ya se buscaran el lema de la huelga, porque a día de hoy parece que no lo tienen nada claro.

jueves, 17 de junio de 2010

Mi fortaleza

Hay días en que me siento ajena al mundo en el que vivo. No sé si les habrá pasado lo mismo, pero es una experiencia como mínimo inquietante. ¿A qué viene esto?, pues verán, ayer estuve en una cena con un grupo de amigas. Nuestro nexo común es que nuestros hijos compartieron curso durante casi toda su vida, y nuestra relación nació de su amistad. Hoy los “niños” están en la Universidad, pero un par de veces al año nos vemos. Generalmente son reuniones de risas, de comentar cómo nos va la vida, como asume, cada una la proximidad a ser abuela, o la adolescencia de una hija, o la boda de otra… Como comprenderán nada excesivamente profundo, pero que nos permite tener una visión global del devenir de nuestra vida y experiencia. Siempre acaban con una sonrisa y con la promesa de vernos más frecuentemente.
Pero ayer, sólo deseaba que se acabase, y volver a casa. El ruido del local, la imposibilidad de mantener una conversación mínimamente coherente y el descubrir que mis inquietudes personales transcurren por otros derroteros, que nada tienen que ver con el día a día de mis amigas, llegaron a hacerme sentir espectadora. Reconozco que no tenía un buen día, quizá vivo con exceso el día a día de España, quizá no sé alejarme de esa angustia que me produce la crisis generalizada que nos ahoga, no sólo económica, que también, sino la crisis moral y de valores que son el pilar de mi existencia. Pero llegué a descubrir que ni siquiera vemos los mismos programas de televisión, es más, yo no sabía de qué programas hablaban. Ya no comenté mis preferencias, hubiera estado de más.
Y sales, como huyendo, guardando el cariño a esos rostros y a ese pasado y preguntándote si en una conversación a dos el resultado hubiera sido el mismo. Con la sensación de que el círculo se estrecha. Que sólo acabo encontrándome bien entre aquellos con los que puedo realmente comunicarme, con los que comparto algo más que una cotidianidad que cada día me importa menos.
Si hoy no hubiera tenido que trabajar, al llegar a casa me habría puesto una de esas películas, que se catalogan como bélicas -porque transcurren entre uniformes y hay alguna batalla-, pero que para mí suelen tener la generosidad de regalarme, por unos instantes el bálsamo del patriotismo, del sacrificio, de la entrega, de la camaradería, del honor y del valor. Esa sociedad, dónde siempre hay algún indeseable, pero que se define en si misma por la calidad humana de sus integrantes.
Y, casi sin darme cuenta, entre las paredes de mi casa, me sentí como en una fortaleza. A resguardo de esa sociedad que me repele, entre mi familia, con mis libros, mis programas de televisión y mis creencias por bandera.

martes, 15 de junio de 2010

Yo también soy Eduardo garcía Serrano

Nunca he hablado con D. Eduardo García Serrano, pero sí le conozco. No crean que es una vanagloria lo que digo; es que las personas nos definimos a través de nuestras acciones y de nuestras opiniones, y nos medimos en la coherencia que existe entre unas y otras. Por eso, creo, vaya estoy convencida, como tantos oyentes o televidentes que le siguen, que le conozco.
Se de él, como cualquiera que se tome la molestia de escucharle, que es una persona culta, con valores morales, de verbo fácil y fluido, que no se pierde en eufemismos, y que llama a cada cosa por su nombre, capaz de discrepar sin ofender y de rebajar la tensión con una broma en el momento adecuado. Es un hombre con una gran preocupación por la justicia social; no en balde, en algunas tertulias en las que los participantes se pierden entre las grandes, pequeñas, positivas o negativas cifras de nuestra economía, D. Eduardo habla siempre del trabajador, nos sitúa siempre en el drama del paro y en el recuerdo de los derechos de los trabajadores, a los que defiende con más vehemencia que los propios sindicatos.
Sabe, definir su posición ante los temas que se plantean a debate, con una claridad meridiana, sin ambigüedad, sin apaños, sin querer quedar bien con el contertulio, diciendo lisa y llanamente lo que piensa, que es para lo que lo han contratado. Y los oyentes o televidentes lo agradecemos; porque no es frecuente, en la sociedad que vivimos, que uno huya del relativismo, para defender a corazón abierto sus creencias o convicciones.
A D. Eduardo se le calentó la boca el otro día. No fue por un tema banal, fue por un tema de máxima importancia, la perversión de la mente de los menores. Y es que no podemos pasar por alto estos asuntos, que son prioritarios, fundamentales. Su indignación puso en evidencia la maldad intrínseca de la labor que desde las Instituciones se realiza entre los adolescentes, y no podemos quedarnos, como casi siempre, al margen. Hay que denunciarla, hay que conseguir que esta deriva moral pare, porque ellos, los adolescentes, son los que definirán en poco tiempo la sociedad, y el relativismo moral los llevará al desastre.
Destruir las conciencias, romper el respeto entre hombres y mujeres, fomentar el hedonismo, hablar de derechos y no de deberes, alejarlos de cualquier sentido de la responsabilidad, y mucho menos de culpabilidad (que ya se sabe que eso es para los católicos), y promocionar la idea de que su cuerpo es “objeto de placer”, cosificando a las personas, haciéndoles perder la dimensión real del ser humano, no son herramientas útiles para diseñar una sociedad mejor, sino una lucha de lobos egoístas, abocada al más rotundo de los fracasos.
A Don Eduardo se le calentó la boca, pero fue por pura indignación. Y nosotros, sus oyentes, lo comprendimos y compartimos esa explosión, ese ¡basta ya! ¿Qué pretenden hacer con nuestros hijos?, ¿Qué política sanitaria es esa, que pretende fomentar las felaciones entre los chavales? ¿Acaso una de las prioridades de la Sra. Geli no era la lucha contra el SIDA? ¿A qué viene esto?
D. Eduardo se disculpó ante el mismo auditorio en el que increpó a la Consellera de Sanitat. Lo hizo como el caballero que es, y afirmándose en el fondo, aunque no en la forma. Nada puede justificar esa política, aunque uno pueda disculparse por la expresión de su indignación.
A ellos no les basta: pedirán su cabeza, le insultarán con mucha más dureza de la que él ha empleado, lo utilizarán de excusa para ampliar su condena a todo aquel que discrepe de su política y exhibirán un victimismo nauseabundo. Les falta el señorío que le sobra a García Serrano para aceptar las disculpas y pasar página.
Para nosotros, la integridad de D. Eduardo no sólo no se ha visto menoscabada, sino que admiramos su proceder y su gallardía al pedir unas disculpas, que aún esperamos de la Consellera y la retirada inmediata de esa web.
De todas formas, si acudimos a las definiciones, el que dice tonterías es un tonto, el que miente es un mentiroso y el que fomenta guarradas….ya saben Vds. lo que es.
Así que menos tonterías