jueves, 17 de febrero de 2011

Nil novum sub solem

Se oscurece el día a media mañana, y es como si nos hubieran quitado las pocas pilas que nos quedan. El esfuerzo que requiere hacer cualquier cosa se nos antoja mayor y el cuerpo y la mente piden descanso. Y es que después del famoso anticiclón, que por lo visto nos envenenaba más que el tabaco, llegan las bajas presiones y los que no llegamos a 10 de máxima ni por casualidad ya no sabemos que hacer para afrontar con un mínimo de dignidad el paso de las horas.

Mientras, el país juega a las adivinanzas. A saber: ¿Cuántas cintas de audio o video trucadas del asunto faisán aparecerán en las próximas 24 horas?, ¿A qué país viajará Bono, después de haberse admitido un nuevo procedimiento contra él y sobre todo después de la conversación que tuvo con Zapatero?, ¿Es cierto que una hija de Zapatero sale con un musulmán y el “suegro” está haciendo méritos?, ¿Cuál será la próxima mentira que le pillemos a Rubalcaba?, …

Pasamos deprisa las páginas de los periódicos, no con avidez, sino rápidamente para no entretenernos demasiado, para no pensar o profundizar en el punto de decadencia que estamos soportando. Y buscamos la distracción en la lectura, reviviendo peripecias de antepasados que sobrevivieron a malos gobiernos o gobernantes, a traiciones, a intrigas, luchando por no poner nombre y apellidos actuales a tanto felón antiguo.

En fin, nada nuevo bajo un sol que se esconde y nos niega esos rayos que son vida y energía.

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