martes, 10 de mayo de 2011

De Poncios y Pilatos

Se me hace tan difícil como a Vds., supongo, digerir tanta infamia. Aunque ya lo sabíamos, aunque estábamos convencidos que pasaría, no me acostumbro a ver las manos de algunos miembros del Tribunal Constitucional manchadas de sangre. Una veces con la sangre de los no nacidos y otras con la de las víctimas del terrorismo. ¿En qué país vivimos? Sigo sin perdonar la traición a la unidad de España perpetrada en los estatutos, y principalmente en el de Cataluña, pero esto ya rebosa cualquier intencionalidad política para pasar a ser penal directamente.

Lo más curioso es que este Gobierno, que se supone es el que dijo a los abogados de Estado que, en su nombre, acudieran al Tribunal Supremo a solicitar la ilegalización de BILDU, llaman a todo el que se alinea con esta postura de todo menos bonito. ¡Para una vez que estábamos de acuerdo…! ¿o no?. ¿O tan sólo era el primer acto de una tragedia, en la que el final es exactamente el contrario de lo sugerido en el primer momento? Lo que sí es cierto, es que es una tragedia. Y el sábado, otra vez de manifestación, otra vez a gritar para no ser escuchados por estos Pilatos que de tanto lavarse las manos han perdido la sensibilidad necesaria para saber que con la vida no se juega. Porque se creen que juegan con la vida de otros, pero ¿es que ya no se acuerdan que de los suyos también han caído?… o es que su vida bien valía un pacto para los presupuestos con el PNV, una bombona de oxígeno de tres a cinco meses. Barata me fiais la vida de vuestros correligionarios, y la de los que no lo son, aunque les importe menos.

Las mentiras de esta campaña electoral ya no tienen medida, se han sobrepasado todos los límites, ya no hay moral, realidad, veracidad, vergüenza que les frene....la coherencia está en conseguir el fin a cualquier precio, sabiendo de antemano que no son ellos los que lo pagan, sino cada uno de nosotros, que nos vamos rompiendo por dentro de tanto dolor y desprecio.

Poco importan los resultados de las elecciones, son una casta que ha vivido siempre a la sombra del poder, sin principios, solo con conveniencias, y así nos luce a todos, que encima les pagamos los sueldos que no se ganan.

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