sábado, 31 de octubre de 2009

Liderazgo

Me sorprende casi todos los vienes. Se la ve tan encantada de conocerse… Es inteligente y lo sabe. Y si uno la mira sin oírla debe reconocer que se encuentra ante un verdadero espectáculo: la sonrisa condescendiente, su aparente fragilidad, la seguridad en el tono, el acompañamiento gestual convincente a sus afirmaciones, el punto de mira superior, tal y como corresponde a una persona de su categoría y cargo… Todo nos lleva a reconocer que nos encontramos ante un líder….de diseño.

Lo malo llega cuando subimos el volumen y cometemos el error de escuchar lo que dice o no dice….y cobra vida todo ese teatro de la imagen; la repetición del mensaje con métodos de Barrio Sésamo y una intensidad didáctica de maestra de primaria, la indignación cuando el que pregunta insiste (generalmente porque la respuesta no tiene nada que ver con lo preguntado) y el desprecio o incomprensión ante tanta estulticia, ella ya ha dicho lo que quería decir… Entonces la ira, apenas contenida, se le escapa por los ojos y finge impotencia ante la incapacidad del interlocutor. Displicencia, superioridad, y todo un repertorio gestual al servicio no de la información o el conocimiento, sino del titular que se pretende en la prensa del día siguiente.

Junto a ellos, compartiendo nuestro tiempo, encontramos verdaderos eruditos, que no se disfrazan de pavo real, que escuchan y que nos deleitan con sus opiniones y conocimientos. No gritan, no gesticulan, pero sus palabras y sus obras tienen la fuerza del saber y de la verdad. Ellos son verdaderos líderes, pero no tenemos la suerte de disponer de sus intervenciones todos los viernes antes del telediario. A veces nos sorprenden en algún programa de cadenas no generalistas, por supuesto, y hacen que por unos momentos nos reconciliemos con nuestro mundo.

Y todo esto por ver la rueda de prensa del Consejo de Ministros…

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