lunes, 18 de enero de 2010

Realidades virtuales

A pesar de que me la han recomendado, todavía no he visto la película “Avatar”, que parece ser algo más que el “boom” de la temporada. Mi hijo mayor me comentó al volver del cine que se había creado un nuevo universo, como lo creó “La Guerra de las Galaxias”. Supongo que acabaré viéndola, como todos. Pero reconozco que no es el tipo de cine que más me atrae. Todavía recuerdo el descubrimiento que para mis hijos supuso “Matrix”, estaban realmente deslumbrados y yo algo desconcertada. Ellos, que han jugado desde niños con los programas de los “SIMS” están acostumbrados a crearse realidades paralelas. Yo, comprendía la creatividad de diseñar sus casas, pero eso de incluir amigos, mascotas a lo tamagochi (mi pastor alemán vale mucho más que eso), novias, ocio o trabajos, de forma virtual realmente se me escapaba. Y no les cuento lo de “Second Life”.
Imagino que deberemos ponernos al día para comprender esa nueva realidad, en la que nuestros hijos se sienten tan cómodos y nosotros tan extraños. Porque mis avatares son los personajes de los libros que leo. Ahí si que me siento a gusto. Me sumerjo en mundos desconocidos y transito por sus calles de papel, viviendo realidades distintas. Y me gusta paladear sus palabras, más que oírlas o sentir como se desenvuelven sus trayectorias, antes que verlas en la pantalla. Y no crean que no me gusta el cine, pero siempre me ha parecido mejor un buen libro.
Y es que nuestros hijos están viviendo una era visual. La tecnología les pone ante los ojos cualquier tema, y es a través de la imagen como aprenden, como se expresan. Con la velocidad y la fugacidad del conocimiento que ésta les transmite. Sus citas son frases de películas, aunque antes se hayan publicado en un libro. Cualquier novela es inmediatamente llevada al cine, y hasta me pregunto si esto está definiendo una nueva narrativa. Porque acabada una novela, es fácil trasladarla mentalmente a la pantalla la mayoría de las veces.
No entienden que no quiera pertenecer a ninguna red social, y a veces agradecen que no participe en las suyas, como hacen otras madres. Y yo creo que pierden, entre tantas vanalidades, la calidez de la conversación, la distancia entre amigos y conocidos, y participan en entuertos que ni les van ni les vienen, distrayéndoles de lo que sustenta realmente la amistad. El espacio privado es tan importante…
Supongo que con el devenir de los años iremos acercando posturas, ellos y yo tenemos aún mucho que aprender, y uno no debe dejar de adaptarse al presente, porque el futuro sino resultará incompresible. Pero reivindico desde aquí esa relación personal que se establece entre el lector y el libro, sin interferencias, sin público, sin imágenes que nos distraigan.
Al final, cada generación tiene su mundo virtual y sus avatares, libros, películas o tecnología, válidos todos ellos para evadirnos de una realidad hostil y huraña.

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