martes, 12 de enero de 2010

Conjunciones planetarias

Parece que lo de la conjunción planetaria iba en serio. ¡Dios mío, Que frío!. Las calles se han llenado de nieve, de hielo, y sembrado de peatones que hacen todo lo posible para levantarse evitando volver a caer; el viento (ese, el dueño de la tierra) nos abofetea inclemente y decide derribar ramas y árboles, impidiéndonos avanzar… Una ya no sabe dónde debe mirar para conseguir dar un paso, cortito y prudente, sin volver a la primera casilla.

Y por dentro, estamos igual, congelados, paralizados por la realidad que nos ofende cada día. Este oasis, es ahora mismo un desierto siberiano para todo aquel que no comulgue con el tripartito y adláteres. El Estatut, y las declaraciones que provoca (ya se sabe, la culpa es del PP que recurrió al Tribunal Constitucional, no de aquellos que presentaron una Ley que se salía de los límites de la Carta Magna, a sabiendas), lo de las veguerías (ahora que ya nos han indispuesto con el resto de España, empezamos a discutir entre las poblaciones catalanas) y el coste que van a suponer. Puestos a retrotraernos en la Historia, que recuperen también la primogenitura o las ordalías.

Pero España no está mejor. Lo de la Presidencia Europea esta sonando a chirigota y me temo que nos va a traer más enemigos y desprestigio. La continua contradicción entre los propios miembros del Gobierno y el Presidente, es más que preocupante. Y lo cierto es que ya no nos creemos a ninguno; la Pajín diciendo que Zapatero es el líder indiscutible para la próxima legislatura, cuando dentro y fuera del PSOE todo el mundo sabe ya que es un inútil. Reconózcanlo, es para nota.

Y todo esto tan sólo es una muestra de lo que es vivir en un país que ha sustituido los principios por unos valores absolutamente mercantiles. Es la rentabilidad electoral la que justifica acciones y declaraciones, no su concordancia con aquello que supone el bien común. El resultado se mide en votos y no en logros, y así es posible que la mentira, la simulación, el engaño sean las herramientas habituales en su relación con el pueblo, con la seguridad de que su ejecutoria, en cualquier empresa, les derivaría directamente a un despido mucho más que justificado.

Han devaluado los principios, la palabra dada, la hombría de bien, disfrazándola de tolerancia, solidaridad, buenismo, y todo aquel que se atreve a defender los valores que recibió de sus padres es examinado con lupa, como un ejemplar de laboratorio o como un virus infeccioso contra el que hay que aplicar la vacuna de la alienación.

Aquellos que nos resistimos estamos congelados, la situación es realmente escalofriante, tan sólo una risa amarga hace aflorar el sentimiento de indignación, de incredulidad, y el compartir con otros nuestra propia desolación nos da fuerzas para soñar en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario