miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cuando tiendas tu vista por las cumbres...

Uno recuerda siempre las poesías que memorizó de niño, o más bien de joven.
Hemos crecido, o por lo menos en mi casa así sucedió, rodeados de libros que nos invitaban a abrir sus páginas, y que en la adolescencia y primera juventud se mostraron como compañeros y maestros de la vida.

Cómo olvidar los primeros desengaños amorosos al son de “asomaba a sus ojos una lágrima…”, o el misticismo de “No me mueve Señor para quererte..” o el contacto con la muerte acompañados por “Recuerde el alma dormida..” , o la afirmación de “Aquí la más principal hazaña es obedecer..” , y Pedro Salinas, Miguel Hernández, y más Quevedo y Lope y… Tantos y tantos versos que han conformado nuestro espíritu.

A mi, personalmente, siempre me fastidió que a mis hermanos les regalaran el “serás hombre, hijo mío”, cuando yo era mujer y estaba tan de acuerdo con lo que el poema dice, y además jamás he creído que esos versos tuvieran sexo o género alguno. Tal es mi carácter, y creo que si vieran en estos momentos el rostro de mi hermano menor se reirían como él se debe estar riendo … Si, no cambiamos tanto a pesar de cumplir años.

Y eso viene a colación por el tema que hoy quería comentar, y es que en una conversación más o menos reciente con él, los dos sacamos a relucir y recitamos una poesía de esas que memorizamos de jóvenes. Nos miramos con esa complicidad de los que saben compartir un sentimiento y el agradecimiento a un poema que en nuestra juventud tuvo el valor de expresar mejor que nosotros mismos aquello que admirábamos, deseábamos o esperábamos de la vida, y que al cabo de los años, ya unos cuantos, nos ofrecía el consuelo de saber que hemos seguido por la senda que nosotros mismos nos trazamos y que, de alguna manera, simbolizábamos en aquellos instantes con palabras prestadas pero compartidas a lo largo de toda una vida.

Lo más curioso es que elegimos estrofas distintas, y probablemente si nos hubieran conocido de jóvenes, o incluso ahora mismo, no hubieran acertado la que cada uno de nosotros recitó en aquel momento.

Si quieren probar suerte, se llama “Acuérdate de mi”.

1 comentario: