viernes, 16 de marzo de 2012

Educación

El proceso educativo de la asunción de responsabilidades, es un camino largo y costoso. Cuantas veces el “yo no he sido” es la frase tópica que esconde tras de sí la verdadera autoría. Otras veces, la excusa es “yo no quería..”, como si no querer fuese una excusa al haberlo hecho. Esto, que cualquiera que ha estado en contacto con niños, los ha tenido o educado, sabe, parecen desconocerlo nuestros políticos de la más cerril izquierda, siempre y cuando a ellos concierne, porque cuando es a la derecha a la que hay que exigir responsabilidades, siempre los encontramos detrás de la pancarta de turno.

Han intentado diseñar una sociedad con sus propias carencias, y así nos luce. En pleno siglo XXI, el siglo de la tecnología y las comunicaciones, cuando entrando en internet dispones de toda la información precisa para cualquier ámbito, resulta que sigue funcionando el “yo no sabía o yo no quería…” Es absurdo. Nuestros jóvenes disponen de más información de la que pueden digerir. Basta ya de creerlos incapaces, no lo son en otros aspectos, y formémoslos para que sean responsables de sus acciones. Nadie en su sano juicio puede afirmar que hoy en día las adolescentes se quedan embarazadas por falta de información. Ni ellas ni las mujeres adultas. Si eso ocurre es simplemente porque han sido incapaces de tomarse la molestia mínima de acudir a una farmacia o a un supermercado (cosa que sí hacen cuando tienen hambre). Por eso, “hacer desaparecer el problema” como propone la izquierda por medio del aborto es una salvajada y una irresponsabilidad, además de un asesinato. Tampoco les hacemos ningún favor. Las crisis emocionales que se producen después de un aborto son más que frecuentes y en muchos casos, las personas afectadas deben ser tratadas psicológicamente. Y, tener un hijo no es un drama si las embarazadas reciben ayuda y apoyo.

Pero en su diseño social, esto se calla. Para que decirles que aprendan de sus errores, como hemos hecho todos, cuando ellos no lo practican. Han gastado dinero público a mansalva, generalmente dilapidando el futuro de esos jóvenes a los que dicen defender. Eso sí, pan y circo, mucho sexo y poca cultura, mucho grito y poca educación, exponiendo lo peor de la sociedad, para risa y comentario de todos. Mientras tanto, esta juventud, que no ha aprendido en su niñez y adolescencia lo que es responsabilizarse de sus errores, está abocada a repetirlos en edades en las que ya no tendrán excusa, ni nadie se las va a aceptar.

Por eso, cuando vemos que, a través de nuevas normas políticas, se pretende volver a implantar, aunque mínimamente, los valores del mérito, la responsabilidad, el esfuerzo, la izquierda salta, como mejor sabe, a gritos y acusaciones sin argumento, siempre hablando en nombre de toda la sociedad, a la que no representan más que en un cierto porcentaje, como si les resultara ofensivo que de una vez por todas, creciéramos y nos hiciéramos adultos.

Puede ser que teman que si nos dejan serlo, les exijamos a ellos responsabilidades.

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