martes, 15 de junio de 2010

Yo también soy Eduardo garcía Serrano

Nunca he hablado con D. Eduardo García Serrano, pero sí le conozco. No crean que es una vanagloria lo que digo; es que las personas nos definimos a través de nuestras acciones y de nuestras opiniones, y nos medimos en la coherencia que existe entre unas y otras. Por eso, creo, vaya estoy convencida, como tantos oyentes o televidentes que le siguen, que le conozco.
Se de él, como cualquiera que se tome la molestia de escucharle, que es una persona culta, con valores morales, de verbo fácil y fluido, que no se pierde en eufemismos, y que llama a cada cosa por su nombre, capaz de discrepar sin ofender y de rebajar la tensión con una broma en el momento adecuado. Es un hombre con una gran preocupación por la justicia social; no en balde, en algunas tertulias en las que los participantes se pierden entre las grandes, pequeñas, positivas o negativas cifras de nuestra economía, D. Eduardo habla siempre del trabajador, nos sitúa siempre en el drama del paro y en el recuerdo de los derechos de los trabajadores, a los que defiende con más vehemencia que los propios sindicatos.
Sabe, definir su posición ante los temas que se plantean a debate, con una claridad meridiana, sin ambigüedad, sin apaños, sin querer quedar bien con el contertulio, diciendo lisa y llanamente lo que piensa, que es para lo que lo han contratado. Y los oyentes o televidentes lo agradecemos; porque no es frecuente, en la sociedad que vivimos, que uno huya del relativismo, para defender a corazón abierto sus creencias o convicciones.
A D. Eduardo se le calentó la boca el otro día. No fue por un tema banal, fue por un tema de máxima importancia, la perversión de la mente de los menores. Y es que no podemos pasar por alto estos asuntos, que son prioritarios, fundamentales. Su indignación puso en evidencia la maldad intrínseca de la labor que desde las Instituciones se realiza entre los adolescentes, y no podemos quedarnos, como casi siempre, al margen. Hay que denunciarla, hay que conseguir que esta deriva moral pare, porque ellos, los adolescentes, son los que definirán en poco tiempo la sociedad, y el relativismo moral los llevará al desastre.
Destruir las conciencias, romper el respeto entre hombres y mujeres, fomentar el hedonismo, hablar de derechos y no de deberes, alejarlos de cualquier sentido de la responsabilidad, y mucho menos de culpabilidad (que ya se sabe que eso es para los católicos), y promocionar la idea de que su cuerpo es “objeto de placer”, cosificando a las personas, haciéndoles perder la dimensión real del ser humano, no son herramientas útiles para diseñar una sociedad mejor, sino una lucha de lobos egoístas, abocada al más rotundo de los fracasos.
A Don Eduardo se le calentó la boca, pero fue por pura indignación. Y nosotros, sus oyentes, lo comprendimos y compartimos esa explosión, ese ¡basta ya! ¿Qué pretenden hacer con nuestros hijos?, ¿Qué política sanitaria es esa, que pretende fomentar las felaciones entre los chavales? ¿Acaso una de las prioridades de la Sra. Geli no era la lucha contra el SIDA? ¿A qué viene esto?
D. Eduardo se disculpó ante el mismo auditorio en el que increpó a la Consellera de Sanitat. Lo hizo como el caballero que es, y afirmándose en el fondo, aunque no en la forma. Nada puede justificar esa política, aunque uno pueda disculparse por la expresión de su indignación.
A ellos no les basta: pedirán su cabeza, le insultarán con mucha más dureza de la que él ha empleado, lo utilizarán de excusa para ampliar su condena a todo aquel que discrepe de su política y exhibirán un victimismo nauseabundo. Les falta el señorío que le sobra a García Serrano para aceptar las disculpas y pasar página.
Para nosotros, la integridad de D. Eduardo no sólo no se ha visto menoscabada, sino que admiramos su proceder y su gallardía al pedir unas disculpas, que aún esperamos de la Consellera y la retirada inmediata de esa web.
De todas formas, si acudimos a las definiciones, el que dice tonterías es un tonto, el que miente es un mentiroso y el que fomenta guarradas….ya saben Vds. lo que es.
Así que menos tonterías

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