viernes, 9 de julio de 2010

Banderas cercanas

Los que me conocen saben que jamás he renegado de mi tierra. Aprendí a ser española desde este mal llamado oasis, y ese es mi primer paisaje de España, el que más amo. También saben que me he encontrado como en casa en cualquier pueblo, ciudad o región de nuestra Patria, porque es la mía. Me enorgullece su historia, sus artistas, sus literatos,… desde el realismo de saber que en todas las épocas hubo grandes y miserables, y que no siempre triunfaron los primeros.

También comprenderán que es un mal vivir en estos tiempos, que no dejan de reproducir otros ya pasados, defender como defendemos, sin renuncias a España y a su Bandera. Y así, desde mi voto negativo al Estatut, desde lo que considero una traición del Tribunal Constitucional, desde el bochorno que me producen los políticos, de aquí y de allí que nos gobiernan, paso unos días de respiro con la Selección Nacional de Futbol. ¿Ridículo?, no. Tengo la Bandera en el balcón, y la veo por las calles de Barcelona, y eso me da una alegría difícil de imaginar para los que viven en una ambiente menos enrarecido. Y disfruto pensando en la posibilidad de que después de la fatídica manifestación del “nosatres sols”, la selección gane el mundial y las calles se llenen del orgullo de ser español.

A poco me fiáis el patriotismo me dirán. Si, pero un respiro es mucho más de lo que tenemos a diario, y en estos días es un regalo oír las estupideces que dicen los separatistas y la contestación evidente de un pueblo que se emociona con la rojigualda. Salen a la calle muchos más que los que votaron en esos estúpidos referéndums donde todo valía. Y por unos momentos el corazón se ensancha al oír en cualquier boca un ¡Viva España!

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