Los que me conocen saben que jamás he renegado de mi tierra. Aprendí a ser española desde este mal llamado oasis, y ese es mi primer paisaje de España, el que más amo. También saben que me he encontrado como en casa en cualquier pueblo, ciudad o región de nuestra Patria, porque es la mía. Me enorgullece su historia, sus artistas, sus literatos,… desde el realismo de saber que en todas las épocas hubo grandes y miserables, y que no siempre triunfaron los primeros.
También comprenderán que es un mal vivir en estos tiempos, que no dejan de reproducir otros ya pasados, defender como defendemos, sin renuncias a España y a su Bandera. Y así, desde mi voto negativo al Estatut, desde lo que considero una traición del Tribunal Constitucional, desde el bochorno que me producen los políticos, de aquí y de allí que nos gobiernan, paso unos días de respiro con la Selección Nacional de Futbol. ¿Ridículo?, no. Tengo la Bandera en el balcón, y la veo por las calles de Barcelona, y eso me da una alegría difícil de imaginar para los que viven en una ambiente menos enrarecido. Y disfruto pensando en la posibilidad de que después de la fatídica manifestación del “nosatres sols”, la selección gane el mundial y las calles se llenen del orgullo de ser español.
A poco me fiáis el patriotismo me dirán. Si, pero un respiro es mucho más de lo que tenemos a diario, y en estos días es un regalo oír las estupideces que dicen los separatistas y la contestación evidente de un pueblo que se emociona con la rojigualda. Salen a la calle muchos más que los que votaron en esos estúpidos referéndums donde todo valía. Y por unos momentos el corazón se ensancha al oír en cualquier boca un ¡Viva España!
También comprenderán que es un mal vivir en estos tiempos, que no dejan de reproducir otros ya pasados, defender como defendemos, sin renuncias a España y a su Bandera. Y así, desde mi voto negativo al Estatut, desde lo que considero una traición del Tribunal Constitucional, desde el bochorno que me producen los políticos, de aquí y de allí que nos gobiernan, paso unos días de respiro con la Selección Nacional de Futbol. ¿Ridículo?, no. Tengo la Bandera en el balcón, y la veo por las calles de Barcelona, y eso me da una alegría difícil de imaginar para los que viven en una ambiente menos enrarecido. Y disfruto pensando en la posibilidad de que después de la fatídica manifestación del “nosatres sols”, la selección gane el mundial y las calles se llenen del orgullo de ser español.
A poco me fiáis el patriotismo me dirán. Si, pero un respiro es mucho más de lo que tenemos a diario, y en estos días es un regalo oír las estupideces que dicen los separatistas y la contestación evidente de un pueblo que se emociona con la rojigualda. Salen a la calle muchos más que los que votaron en esos estúpidos referéndums donde todo valía. Y por unos momentos el corazón se ensancha al oír en cualquier boca un ¡Viva España!
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