lunes, 28 de diciembre de 2009

¿Antitaurinos?

Yo nací en Barcelona, en una familia que no es especialmente taurina. Nadie tenía en casa la suficiente afición para ir habitualmente a las plazas de toros. Es más, yo creo que he ido sólo a una corrida y de rejoneo, las otras veces que he pisado la Monumental o Las Arenas ha sido para espectáculos de circo o una demostración de Guardia Urbana y Guardia Civil de Tráfico. Ello, no obstante, debo reconocer que, aún sin entender nada de toros, me admiro profundamente cuando veo la imagen del torero, generalmente espigado, ante la embestida de un morlaco de 500 Kg. de peso. Tampoco he asistido nunca a los Sanfermines, pero los veo todas las mañanas por televisión durante la semana que duran las fiestas. Me gusta ver el toro de Osborne por las carreteras y cuando he viajado con mis hijos por toda España era todo un entretenimiento para ellos localizarlos y contarlos.

Lo curioso, es que no teniendo ninguna relación con plazas de toros ni aficiones taurinas, mis hijos tienen amigos, de familias barcelonesas de toda la vida, que son verdaderos forofos. Han acudido a las plazas con ellos, e incluso el pequeño tiene un amigo que quiere ser torero y que últimamente hemos visto en la prensa defendiendo su derecho a ser catalán y torero y a torear en la plaza de su ciudad natal.

Todo esto viene al tema de la posible prohibición de las corridas de toros en Barcelona, que no se entiende, cuando mucha de la afición que llena las plazas son catalanes de toda la vida, no como yo que aunque nací aquí tengo mucha familia andaluza y que precisamente confieso no haber ido nunca a una plaza. Por otro lado, mucha de la afición también la forman personas del extrarradio, de esas que componen la masa de sus votantes, de ahí la libertad de voto que el PSC otorgó a sus parlamentarios.

Toda la campaña se justifica por el sufrimiento del animal. Esto, dicho por quién defiende el aborto, o coloca dianas sobre los nombres de concejales del PP, es un sarcasmo, pero además se olvidan de una tradición muy arraigada aquí que es la matanza del cerdo. Yo tampoco he asistido a ninguna, pero me cuentan que los gritos del cochino son para no olvidarlos en la vida, la sangre corre a raudales y se ponen a hacer las butifarras en directo con los mandiles manchados y encantados de la vida. Debe ser muy catalán, pero si hablamos de sufrimiento de los animales habría que ver quién gana.

En el fondo sólo se trata de distinguirnos de España, de ser diferentes. No importa el número de intelectuales catalanes que la apoyan, no importa que sea un negocio privado, y por lo tanto sometido al mercado, ellos lo que quieren es borrar todo lo que suena a español, la lengua e incluso el nombre de un club de futbol centenario. Después supongo se meterán con la sala Tarantos, el flamenco y la rumba, cuando no sea la rumba catalana.

La tradición taurina está en el mito de Europa, en el Laberinto del Minotauro, en Creta,…. y Barcelona pretende ser el centro de la cultura mediterránea….Que vayan aprendiendo, y que nos respeten la libertad de acudir o no a las plazas de toros. Yo prometo desde aquí, que a partir de ahora me plantearé la posibilidad de ir.

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