martes, 9 de noviembre de 2010

El malqueda

Zapatero debe pensar que no tenemos memoria. Y yo, todavía recuerdo el funeral de nuestros soldados, al que no asistió bajo la escusa de tener que preparar el “discurso” (que no plegaria) a realizar en el ya famoso desayuno de oración, invitado por Obama.

Y debo reconocer que me enfurecí. La vida que nuestros soldados entregan generosamente en una guerra no reconocida por él y a la que él, como Presidente del Gobierno los manda, es sin duda lo más importante. No cabían escusas y su ausencia fue, para los españoles que sentimos cada muerte en acto de servicio como propia, como la de un familiar, una afrenta.

Y, mira por dónde, los soldados son esta vez el pretexto para no recibir, como debía a S.S. el Papa. No es que haya habido muerte alguna, ni tampoco haya cambiado la situación en ese campo de batalla llamado Afganistán. Es que no quería estar en España es esas fechas y le pareció más oportuno hacerse la foto allí. Los militares como pretexto en esta ocasión y como estorbo en la otra. Hay que ver que inoportunos fueron muriéndose cuando ¡por fin! Obama le invitaba y además habría fotógrafos para inmortalizarlo.

Lo siento, no le perdono, ni lo olvido, Sr. Presidente. Aquí, no le echamos de menos, si no fuera por el cargo que ostenta, lo cierto es que sobraba, pero a mi entender tampoco hacía nada en Afganistán, para quedar tan mal, mejor se hubiera quedado en Moncloa que nos habría salido más barato a todos.

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