martes, 16 de octubre de 2012

Sentimientos


No sé si lo compartirán  conmigo, pero creo que el mundo de los sentimientos está francamente sobredimensionado. Con esto no quiero afirmar que no sean importantes, que el corazón no sea capaz de mover el mundo, “que el corazón tenga razones que la razón no comprende”, pero, sinceramente, los sentimientos son volubles, manipulables, cambiantes…

Surge esta reflexión a raíz de las encuestas que se realizan bajo la pregunta de ¿Vd. que se siente….? Pues mire, a veces me siento joven y otras, vieja, a veces esperanzada y otras, hundida,  a veces triste y otras alegre, a veces comprendida y muchas otras totalmente ajena a la realidad que me rodea…Pero ninguno de estos sentimientos es capaz de enervar lo que realmente soy.  

El ser de una persona es su propia esencia, aquello que la distingue de otra, cuando se aplican una multitud  de variables, el resultado de sus vivencias y aprendizajes. Coincidimos con unos u otros, en distintos temas, pero nos definimos  a nosotros mismos a través de nuestra esencia, de lo que constituye nuestro ser. Y aquí los matices y los adjetivos suelen ser infinitos.

Yo soy católica, a veces me siento mística y otras más mundana, estoy más o menos de acuerdo con algunos obispos, pero eso no deja de definirme como lo que soy. 

Yo soy española y soy catalana, y ambas realidades son en mi una sola. No puedo definirme sin las dos, ambas se complementan y se matizan en un solo concepto. 

Soy madre, y adoro a mis hijos, pero jamás he tenido la necesidad de “sentirme madre”, simplemente lo soy. Después vendrán los adjetivos que Vds. quieran.

Por eso, me inquieta esa dimensión que alcanzan los sentimientos a la hora de definirse, ya que no son ellos los que conforman el propio ser, son los adjetivos que ponemos, variables según las circunstancias, según los acontecimientos, según la propia evolución a través de los años; la fotografía de un instante, no la realidad de una vida. 

Por eso, me repugna la manipulación de los sentimientos que los políticos están realizando un día sí y otro también.  Como si los que no deseamos la independencia no amaramos a Cataluña, como si fuéramos catalanes de segunda, o simplemente traidores a nuestra tierra.  Lo cierto es que yo opino lo contrario, son ellos los traidores a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestra esencia. Nos están vendiendo por “un plato de lentejas” o por “treinta monedas de plata”, elijan Vds. mismos.

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