martes, 3 de noviembre de 2009

Encuestas

Ocultos bajo las cifras, incluso me atrevería a decir traspapelados, vivimos un montón de españoles. Después de decenios en los que se nos han inculcado las bondades del individualismo, hoy pasamos a ser cifras de todas las macroencuestras posibles, números de informes, puntos en el gráfico de cualquier cuestión, por nimia que sea.

Y una, que es muy suya, se siente ofendida por ser tan banalizada. No es que no me considere miembro de ningún colectivo, ni que me moleste coincidir con parte de mis conciudadanos, y mucho menos que sobrevalore mi posición ante el mundo, es sencillamente que no me reconozco en los parámetros que utilizan.

Y llegas a pensar que formas parte de ese casillero que nunca vemos, pero que seguramente existirá en la mente de los que solicitan dichos estudios, que nos define como personas a no tener en cuenta, porque somos normales.

Y sí sabemos, y sí contestamos, pero nuestras respuestas no interesan. Les resulta más cómodo sumar la marginalidad de la que creen que extraerán los votos que nunca llegan. Nos tienen asumidos, pero no nos escuchan. Y no será porque no tengamos ganas de hablar o nada que decir…

Y cuando alguien abre una tribuna para poder expresarnos, nuestro grito queda siempre silenciado bajo una guerra de cifras (generalmente altísimas en comparación con lo habitual)… Pero, no importa si lo que afirmamos o solicitamos tiene sentido, verdad o razón, sólo cuenta el número. Lo indignante es que eso sólo nos ocurre a los normales, los marginales si pueden hacer llegar su mensaje, por encima de la pírrica cifra de sus voces.

Esta sociedad, acostumbrada a pactar con minorías para alcanzar el poder, ha consentido que la mayoría no tenga importancia, que la diferencia esté sobrevalorada y que la posición de unos pocos dicte nuestro presente e hipoteque nuestro futuro. Y quizás, por eso, la inmensa mayoría estamos incómodos en un país que, como dijo Alfonso Guerra, no reconoce ni la madre que nos parió.

2 comentarios:

  1. Hombre, español, blanco, heterosexual, casado, padre de dos hijos, católico y de derechas busca ONG que le proteja de la extinción.

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  2. Varón con estudios superiores, formal, aficionado a la lectura, creyente y sin especiales agobios económicos, busca marginalidad para entablar una amistad con propositos serios.

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