sábado, 14 de noviembre de 2009

Transporte público

Yo no sé en sus ciudades, pero en la mía se están poniendo algo más que pesados con el tema del Transporte Público. Y no es que no crea que ese medio sea el ideal para rebajar la contaminación ambiental, que cada día nos acecha y nos enferma, o para evitar esos atascos, que desatan en nosotros crisis nerviosas o amplían el vocabulario cotidiano de nuestras imprecaciones. Es que cuando no puede ser, no es.

En este tema también, a lo largo de la vida pasamos por distintas etapas.

De jóvenes todos hemos utilizado prioritariamente autobuses o metros para desplazarnos, era lo habitual, y lo sigue siendo. porque el Ayuntamiento ya se encarga de evitar tentaciones. tarifando el aparcamiento en todas las calles circundantes a colegios o universidades.

Pero ¿han intentado Vds. subir al autobús con tres niños, sus carteras y sus bolsas de deporte?. Es una misión imposible, y se lo digo por experiencia. Por mucho que se intente emular a un pulpo, la naturaleza sólo nos dio dos manos, y cualquier frenazo supone llevarse por delante al viajero que tienes al lado, golpearle con una bolsa o que un niño salga volando. Y no suele salir gratis, por mucho que pidas disculpas, el repertorio de comentarios agresivos que recibes suele acabar con tu paciencia.

El Ayuntamiento no se da por enterado, llévelos a un colegio cercano y así no deberá desplazarse. ¡Señor, si son infumables!, Yo quiero que mis hijos reciban la educación que yo elija, no la que Vds. imponen, y por ello ya pago el canon de un colegio concertado.

E irremediablemente, coges el coche. Te gritan igual, pero al menos vas parapetada y no temes por la salud física y psicológica de tus hijos, que además te ayudan a contestar adecuadamente al energúmeno que saltándose todas las normas de tráfico pretende decirte que le estorbas. Pues si supiera Vd, lo que me preocupa…

Y es que siempre es hora punta, y todos llegamos tarde y no tenemos más justificante que el tráfico.

Con los años, vuelves a aparcar el coche, y a elegir las horas en las que te desplazas. Pero aún así, no siempre tienes cerca de tu origen o destino, una estación de metro o de autobús que los comunique, y habitualmente los transbordos propuestos, cuando los hay, son verdaderas excursiones por el subsuelo de la ciudad.

Si el recorrido es corto, vas caminando entre bicicletas amenazantes, que reclaman su espacio mirándote con la superioridad de su velocidad, o entre otros viandantes que te evidencian tu lentitud o su prisa.

Y una se pregunta angustiada cómo consiguen moverse nuestros ancianos en semejante selva.

¿Transporte Público? Sí, pero un transporte humano, que tenga en cuenta las necesidades reales de los ciudadanos. No sirve de nada que los gestores de los mismos, controlen la efectividad a las 11,00 de la mañana para salir en el Telediario. ¡El responsable de Transportes ha viajado en Metro! (Y es noticia). Yo les propondría, por una semana, intentar sobrevivir a las 8,30 de la mañana a los niños, a las carteras, a las bolsas de deporte, a las madres, a los empujones, a las malas caras y que nos cuenten de qué humor llegan a su despacho. Puede que así cambiara su perspectiva.

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