miércoles, 25 de noviembre de 2009

Grima

Últimamente ha venido a mi memoria aquel programa que se llamaba “humor amarillo”. Les confirmo que en temas de humor no puedo sentar cátedra, ya que mi sentido del ridículo es tan acendrado, que ese programa (y otros) me parecen un auténtico horror. Para mi era y es incomprensible que unos concursantes se presten de buen grado a sufrir todo tipo de humillaciones y golpes, y no ser capaces de superar prácticamente ninguna de las pruebas que les proponían. Para más “inri”, un presentador vestido al estilo de jefe de circo japonés se iba riendo de ellos, y los realizadores nos repetían una y otra vez y a cámara lenta la moviola de sus desesperados intentos de mantener el equilibrio o sus caídas en auténticos lodazales. Además les entrevistaban después de cada percance, sucios y agotados, y ellos, encantados de la vida saludaban a la cámara.

Así es como he percibido el último mitin que nos ha ofrecido nuestro Gobierno y sus adláteres. Después de no superar ninguna de las pruebas a las que han sido sometidos, saludan y sonríen. Lo de la paz con ETA, lo de salir de Kosovo, lo de los piratas de ahora…todo suena a chirigota, sino fuera tan dramático. Y ellos tan felices. Y debe ser que están acostumbrados, porque pudimos ver a los protagonistas del lío del Capitán Khan, y de otros tantos que para sí querría una película del Superagente 86.

Pero no mueven a risa, porque no es su prestigio (si es que lo tuvieron alguna vez) lo que aquí se baraja, sino el nuestro, como pueblo y como Nación. Los golpes y el ridículo que hacen es a nuestra costa, y francamente me molesta que se sientan tan contentos por hacerlo tan mal.

Agradecería un poco de autocrítica y de vergüenza torera y que por lo menos desaparecieran por el foro intentando ser invisibles, porque su sola presencia, en estos momentos supone una afrenta.

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